It will pass (pasará)
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It will pass (pasará)


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Más de una semana después de que el Deportivo no lograse el ascenso a Segunda todavía duele y escuece en el seno de la afición. Es complicado volver a repasar los momentos de ese sábado, desde el previo, pasando por el corteo, el recibimiento del autocar, el ruido ensordecedor de Riazor, los aplausos, las arengas, el canto de gol, como durante unos instantes el estadio enmudeció con las dianas del Albacete, sobre todo con la última, el aplauso final al equipo…


Pero viéndolo en perspectiva, días después, con el reposo que da el paso del tiempo una se da cuenta que hay mucho que celebrar, enseñanzas con las que quedarse y motivos para que el deportivismo vuelva a sonreír. Hacía mucho tiempo, ni siquiera se había visto en Primera, que no se percibía tanto ánimo y apoyo, tantas familias portando orgullosas sus camisetas blanquiazules, niños y niñas que no han conocido nada más que las penurias del Depor y que estuvieron allí animando.


Hablarles de la Liga, de aquella semifinal de Champions es para ellos remontarse casi a la Prehistoria, si es que alguno de ellos había entonces nacido, lo que confiere aún más valor al hecho de que el pasado sábado estuvieran allí, apostados en las vallas, dejándose la garganta con los cánticos y luego enjugando las lágrimas en sus bufandas.


El deportivismo se ha forjado mucho más en las adversidades que en las alegrías y de ahí radica su grandeza. Para algunos, como es mi caso, su primer recuerdo se remonta al penalti fallado de Djukic, visto entonces por la tele, y a mi padre diciéndome: “Por esto no se llora”, ante una desconsolada niña de nueve años, que uno después estaba en Cuatro Caminos celebrando una Copa del Rey y con el ‘veneno’ blanquiazul bien inoculado.


Y, como después de aquel penalti de Djukic y aquella Liga perdida, la decepción de la Liga de Campeones, los descensos y este último palo, el deportivismo sabe que, como ocurrió entonces, esto pasará.

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