Ya iba siendo hora de que la afición deportivista se diera una verdadera hemorragia de satisfacción deportiva, aunque fuese una cuestión puntual dentro del largo proceso de competición. La victoria, sin paliativos, lograda en las orillas de la muralla romana, permite recuperar sensaciones y con miras hacia el futuro. Está claro que no se pueden lanzar cohetes, de eso hay una amplia experiencia, de estar arriba de forma contundente, a caer en los infiernos de la tabla sin motivo aparente.
Pero en la capital de las murallas, la imagen ofrecida por el  equipo tiene otra pinta, una dinámica de actitud que lleva a pensar que las cosas resulten diferentes. Jugadores con bagaje y sobre todo con implicación, que puedan resistir los avatares de la competición. 
Me dio miedo la primera jornada, principalmente porque llegaba con la idea de que las cuestiones deportivas iban a ser canalizadas desde el primer momento, pero no fue así… cosas del fútbol. Se pudo ver una fragilidad goleadora, fundamental para aspirar a lo máximo.
Tras lo vivido, se presenta una buena piedra de toque el próximo domingo en Riazor. Aquí se debe ratificar los pasos dados hasta el momento. Determinadas zonas del estadio ya cuelgan el cartel de “no hay entradas”, el personal ya está de regreso de las vacaciones, por lo que intuyo una gran entrada y los graderíos se pueden convertir en un volcán popular de apoyo. Así lo espero y deseo.
Un apunte extra sobre el mundo blanquiazul. En su momento recriminé, duramente, tanto a los responsables deportivos como a los máximos mandatarios que fueron pasando, la realización de una buena política de comunicación con sus aficionados. Dar la cara en los buenos y malos momentos era esencial para mantener una relación coincidente. Los valores hay que transmitirlos en el día a día. Parece que en este tema las cosas también han mejorado. A ver si consiguen que sea un hábito.
Cambio de tercio y me voy al basket. En el anterior contacto con ustedes, afronté el Mundial de Baloncesto, ese que se viene celebrando en tierras asiáticas. Nuestra selección quedó eliminada en segunda ronda, con lo que ello lleva implícito. Se quiso, pero la cuestión no dio para más. Nada que reprochar, agradecerles el esfuerzo y preparar de forma inmediata el Preolímplico que da el pase hacia París. Para ello, es fundamental dar un giro generacional. Los ‘héroes’ que mantuvieron a España en todo lo alto, piden a gritos un recambio, su ciclo llegó a su fin. Como sucedió con los Gasol, Felipe Reyes, Navarro…, ahora los Rudy, Llull, Claver..., deben ser reemplazados por jugadores de nuevas generaciones que vienen demostrando grandes maneras, tanto en la Liga ACB, como en las selecciones de base.
El baloncesto español ya sufrió, en su momento, travesías en el desierto en cuanto a resultados, pero su buena organización le permitió recuperar rápidamente su rol mundial.
El Preolimplico hacia la capital parisina se presenta como un difícil escollo. Se convertirá en un gran reto de gestión. Constará de cuatro grupos de seis equipos y donde el campeón de cada grupo tendrá el pasaporte para la cita olímpica. Grandes rivales estarán en la pugna… Polonia, Croacia, República Dominicana, Brasil… Seamos positivos y confiemos en el buen hacer del gran técnico del que aún disponemos ya que Sergio Scariolo representa un seguro muy a tener en cuenta.
Finalizo. Siento preocupación por el mantenimiento de las instalaciones futbolísticas de la ciudad. Podrían, por ejemplo, solucionar el tema de las verjas oxidadas que hay en los recintos. Un abandono sin sentido. Prefiero no pensar mal.
Como siempre un placer