Después del cierre del mercado, y ya consumidas cuatro jornadas, la responsabilidad vuelve a estar en el tejado del entrenador. Eso pasa en todos los clubes. Es más viejo que la pelota. Sin embargo, en el Dépor, el deja vu es más evidente. La inestabilidad histórica del banquillo blanquiazul hace que el cronómetro de Idiakez pueda activarse a las mínimas de cambio. ¡Qué pereza! Y eso, lo sabe el propio técnico. Tras ganar al Racing de Ferrol ya dijo: “Hoy era conveniente ganar”. Los entrenadores tienen que demostrar constantemente su valía. E Idiakez, quizás un poco más que la media.
Poco vale lo conseguido hace unos meses. De poco sirve, igualmente, que Imanol Idiakez sea el entrenador más querido y respetado, y con mucha diferencia, que uno recuerde desde que cubre la información del Dépor desde hace casi 20 años. La caseta está, indudablemente, con el técnico vasco.
Sin embargo, los resultados serán los que manden, y aquello del famoso proyecto, es algo que muy pocos aplican. Es algo que muchos otros lo tienen, simplemente, de boquilla. Y el Dépor, y creo que no me equivoco, no es diferente a la mayoría. De hecho, ni Benassi ni Soriano respaldaron sin fisuras el proyecto de Imanol.
No es ningún secreto que Idiakez no acabó con el nivel de confianza que se presupondría, y que debería haber estado por las nubes, tras los éxitos del pasado. Todo lo contrario. Su relación, llegado un momento de la temporada pasada, se torció con los que mandan en la Plaza de Pontevedra. Desde entonces, ni con Soriano ni con el director general, el entrenador del Dépor mantuvo la misma sintonía. Ese fue el origen de la famosa piña. Hacer un grupo fuerte en medio de las adversidades fue el salvavidas del técnico y del propio Deportivo, que terminó campeonando tras una brillante segunda vuelta.
Pero hoy, caminando ya en septiembre, Imanol debe coger el toro por los cuernos. Con una plantilla más completa que la del curso pasado, hecha a la medida de su fútbol, Idiakez debe también adaptarse a la categoría. Una Segunda en la que se presentan cada jornada batallas tácticas notables. Donde los equipos tiran de las pizarras de sus entrenadores y modifican constantemente sus planes y sus estructuras. Una categoría en la que, la mayoría de sus rivales, utilizan las ventanas de cambios, para variar los partidos. Incluso varias veces en un mismo choque. En definitiva, una Segunda División donde al Dépor no parece que le vaya a servir con tirar con un once de gala y de una o dos sustituciones conocidas cada jornada.
Meter con calzador a los ‘cuatro magníficos’ no siempre va a funcionar. Hay que tomar decisiones. Dejar a jugadores en la grada, en el banquillo o ponerlos en el equipo inicial. En Primera Federación, sirvió con apoyarse en su formación base para llegar al éxito. En Segunda División son muchos más los que opositan al once. Son muchos más los gallos en el corral. Y como reconoció hoy el propio entrenador, él también debe adaptarse. Pensar en planes para cambiar un partido en marcha. Tener en el banquilllo, y usar, a jugadores que resuelvan.
Así las cosas, exprimir su plantilla es el primer gran desafío de Imanol idiakez. Desde el uso de los cambios durante los partidos, hasta las sorpresas de inicio (y al final). Depende de él. Gozar de tanto cariño en el vestuario es un tesoro que él ha logrado y que no todos pueden tener. Pero, camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.