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Explosivo resultó el pasado fin de semana la secuencia de lo que nos deparó el mundo del deporte, cuestiones de análisis muy interpretables. Visiones distintas para analizar la sucesión de acontecimientos vividos.


Puntualizando, abro el abanico con referencia futbolística. El Real Madrid marcó la pauta en la enrevesada Supercopa española celebrada en tierras árabes. La controversia vino marcada, más que por la propia competición, por su ubicación, muy lejos de las estancias de los seguidores de los respectivos equipos. Los puristas, entre los que me podría incluir, aunque con matizaciones, ven dicha actuación como un ataque a la dignidad de los aficionados, en definitiva, a las entrañas del propio fútbol.


Pero tal y como se mueven los parámetros económicos, todo dio un vuelco y se tiende a dejar marginados los sentimientos. El dinero marca la pauta a seguir en el deporte. ¿Es pan para hoy y hambre para mañana?... Seguro, pero la realidad es la que es y con estos dirigentes que tenemos no se puede esperar otra cosa. Hay que vivir de realidades.


De todas formas, recuerdo, no hace mucho, que con la versión anterior, se señalaba este torneo de categoría menor. Ahora parece como si se disputase uno de altos vuelos, incluso permite a los dirigentes implicados, gestionar intereses con la realeza saudí. Salir de casa, normalmente, suele abrir nuevos cauces. Por cierto, el Real Madrid fue justo ganador.


Siguiendo el proceso informativo, Novak Djokovic se embadurnó en la tormenta perfecta, toda una glosa entre la sanidad, la política, la vida social y la deportiva. Su postura para poder entrar en el país australiano, hizo saltar todas las alarmas. Las leyes de un país democrático están para cumplirlas, no para saltárselas al ritmo de intereses diabólicos.


El deportista serbio, con su país a la espalda, optó por un posicionamiento visceral en contra de vacunarse. Nadie le coaccionaba a ello, pero las leyes australianas obligaban que para entrar en su territorio, debería cumplir con la prerrogativa. Le dirían: “Usted verá… sino se vacuna, no entra”. A pesar de todo entró y después de muchas vueltas, le enseñaron la puerta de salida.


Esto es como una cuestión familiar. En su casa no quiere que se fume y alguien entra fumando. Se le invita a apagar el cigarro y si no acepta la propuesta, se le conmina a que lo haga en el exterior. ¿O no?


Otro tema que acaparó la atención, fue el choque entre Betis y Sevilla de los octavos de final de la Copa del Rey. Entiendo que no se puede navegar en la transmisión de supuestos. Hay hechos concretos, sin interpretación. Un mástil de bandera impactó sobre un jugador sevillista. Llevado al hospital, un certificado médico confirma una conmoción cerebral, manteniéndolo en observación 24 horas. El comité de competición y el de apelación designan la continuidad del partido para el día siguiente.


El jugador, Jordan, no puede participar en el mismo. El Sevilla jugó en inferioridad de condiciones. ¿Justo?... Entiendo que no. Es claro que el partido se debería seguir jugando, pero siempre con el citado jugador sobre el césped. Pero como no había fechas, Rubiales, sentado en el majestuoso sillón del rey de Arabia Saudí, dictaminó que había que jugar y se jugó.


Punto y seguido. La selección española masculina volverá, de nuevo, a Riazor. Trescientos mil euros no son nada, comparado con lo que se recibe. Un aplauso para la iniciativa. Por otro lado y en la misma semana, el combinado de Luis Enrique se citará con la historia visitando tierras catalanas. Esperemos que se convierta en un punto de conexión positivo. Aunque, los descerebrados intenten que no sea así.


Finalizo. Viaje deportivista a tierras madrileñas para enfrentarse al equipo del mítico Alfredo. Personalidad y contundencia serán claves. Nadie regala nada, pero la afición blanquiazul jugará un importante papel.

Como siempre un placer.

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