Leo con estupor en la prensa del Reino de España dos variantes informativas que me hacen reivindicarme en mis posicionamientos. Por un lado, están las declaraciones del antiguo seleccionador nacional, Luis Enrique, donde señala que se arrepiente de haber convocado a un determinado jugador para el Mundial y no haberlo hecho con otro. Por supuesto que es muy libre de expresarse como quiera, ya lo hace, pero de nuevo vuelve a las andadas de su egocentrismo crónico.

De lo que no habló fue de sus planteamientos. El equipo nacional se presentó en Qatar sin un plan B a desarrollar sobre el terreno de juego. Los rivales le tomaron la medida y los recursos para diversificar alternativas brillaron por su ausencia. De lo que sí fue capaz es que la afición cayese en una lamentable desidia con su selección. Dejémoslo ir, pobre del equipo que lo adopte.

El otro punto que les quisiera afrontar es el del consejo que le envió la FIFA a nuestra Federación, convidándolo a que cambie de forma de jugar. Su órgano consultor interno, capitaneado por Jürgen Klinsmann, se suelta con el siguiente planteamiento: “Los equipos contrarios están muy organizados y ya no les conceden oportunidades, saben cómo jugarle a España”, “Vemos más necesario entrar por las bandas con extremos y jugar con un ‘9’ puro para rematar”.

Me parece inconcebible que el máximo órgano futbolístico se meta en semejante charco, aconsejando de cómo se tiene que jugar y por otro lado, confirma lo que les vengo transmitiendo, no había alternativa de juego, por lo menos para poder intentarlo de otra forma.

Entro en casa Depor. La pasada semana les destacaba la mejoría que veía en el cuadro blanquiazul a pesar del empate cosechado ante los cordobeses. Pero todo se vino abajo, entre semana, con la disputa del choque en Badajoz. Menudo golpe bajo recibió, de nuevo, la hinchada. Menos mal que el sol volvió a resplandecer sobre Riazor ante el Racing de Ferrol. Pero esta vivencia de altibajos me preocupa. La doble cara de encarar los partidos en casa y a domicilio. Esperemos que no sea un mal persistente. Ante el Ceuta sólo queda marcar territorio.

Permítanme un apunte baloncestístico para resaltar la labor del técnico del Obradoiro CAB, Moncho Fernández. Doce años consecutivos teniendo a su equipo en la élite española. Cada año reconstruyendo una plantilla con jugadores por recuperar, debido a una clara sintomatología económica. Entregado a su profesión, da fiel reflejo de que sí se puede ser profeta en su tierra. ¡Un fenómeno!

Como siempre un placer.