Hacer cábalas sobre el futuro inmediato del Dépor es un ejercicio de riesgo que casi siempre conduce al fracaso. Si hace apenas un par de meses el rendimiento del equipo hacía pensar que el ascenso estaba bien encaminado, a día de hoy sigue siendo una incógnita sin despejar.
Llegaba el Dépor embalado a principios de febrero. Ganar al Racing de Santander en Riazor significaba meterle nueve puntos de distancia y el golaveraje individual. Un mes más tarde, el cuadro blanquiazul es segundo por detrás de los cántabros.
Si antes se ganaba y no se discutía el juego, ahora se pierde o empate y se cuestiona el librillo del entrenador, se discuten los arbitrajes o se duda de los jugadores. Pues ni tanto ni tan poco. La diferencia entre la victoria y la derrota es cosa de detalles invisibles y muchos tienen que ver con el estado de ánimo de la plantilla.
Esta semana Emma Lustres reclamaba la presencia del VAR en la categoría de bronce del fútbol español si ésta quería dar un salto hacia la profesionalización. No le falta razón a la consejera después del claro penalti no señalado el pasado sábado en Riazor a favor del Dépor que podía haber cambiado el resultado final del derbi contra el Racing de Ferrol.
Hablar de profesionalizar la categoría son palabras mayores. Sin duda desde la óptica deportivista -un club grande en historia, títulos, presupuesto y afición- es fácil exigir estructuras deportivas y organizativas más adecuadas al linaje del RCD.
Sin embargo, la realidad de la categoría es más modesta de lo deseable. Equipos que juegan en campos de hierba artificial, jugadores que no cobran, clubes que tienen que renunciar a mitad de competición por falta de liquidez y, lo último, una disputa a mitad de temporada sobre los derechos de retransmisión de la Liga RFEF que además lleva como apellido el nombre del operador televisivo Footters.
A pesar del cambio de nombre de la competición, de una tímida reforma del sistema de competición – el año pasado fue lo más caótico que se recuerda- y el impulso hacia una deseada profesionalización, es evidente que la Federación no acaba de dar con tecla para dignificar la tercera división.
Estas y otras razones de índole económica y deportiva, hacen urgente escapar cuanto antes del avispero de una Liga Footters llena de incertidumbres y regresar a terrenos más trillados y conocidos donde el Dépor ha forjado su leyenda de club grande.