Encarar el partido con optimismo y alegría
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Encarar el partido con optimismo y alegría


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A solo un partido está el ascenso del Dépor al fútbol profesional. Noventa minutos que se jugarán en Riazor con amplia mayoría blanquiazul en las gradas.

El rival es el Albacete, aquel equipo que tuvo su momento de gloria a principios de los años 90 entrenado por Benito Floro y al que llamaban el “Queso mecánico”, en un juego de palabras muy manchego comparándolo con la Naranja mecánica holandesa de Cruyff y compañía. Sorprendió a todos los rivales. Incorporaba psicólogo al equipo y su entrenador daba gran importancia a las jugadas a balón parado como, por ejemplo, ideando distintas estrategias de remate en los saques de esquina. Méritos que le valieron fichar por el Real Madrid. Allí se demostró la vigencia del Principio de Peters (o Teoría de la incompetencia, según la cual un trabajador suele ser ascendido hasta llegar a un puesto en el que es incapaz de cumplir con los objetivos planteados para dicho puesto). Deambuló por otros equipos y se sabe que dictó algunas conferencias bajo el sugerente título de la Importancia del saque de banda en el fútbol de ataque.

El Albacete que llega el sábado es otro bien distinto y despierta ciertos aspectos del fatalismo que acompaña al Dépor. En primer lugar, Rubén de la Barrera, fue el último entrenador del cuadro coruñés. Su continuidad en el banquillo sólo se torció por una serie de malos entendidos por su parte y sospechas de infidelidad al proyecto por parte del Consejo.

Otro fantasma que asoma es lo ocurrido en 2020 cuando el Albacete ganó su último partido en Cádiz en el minuto noventa para mantenerse en Segunda División y castigar al RCD con el descenso al infierno posterior al purgatorio del Fuenlagate.

Aparecen también en la memoria colectiva la maldición de los últimos partidos. Contra el Rayo Vallecano por el ascenso a Primera en 1983, la tragedia griega con el Valencia en 1994 o, la más reciente, aquella infausta noche de san Juan en Mallorca de hace tres años.

Por eso es importante tratar de borrar esos recuerdos infames y recrearse con batallas ganadas cuando las cosas no pintaban bien. El ascenso contra el Murcia en el 91, la primera Copa del Rey, el partidazo con el Milán en Copa de Europa y, como no, el Centenariazo en el Bernabéu. Partidos dignos de ser recordados y que deben de presidir el espíritu del equipo y la afición este sábado a las seis.

No dejemos que el fatalismo nos invada. Hay que desterrar, aunque sea por unos días aquella frase del siempre genial Arsenio: “cuidado con la fiesta que nos la quitan de los fuciños”. Vivamos estos momentos con alegría, pensemos en positivo y seamos optimistas (si es que al final, si las cosas se tuercen, para llorar siempre hay tiempo).


@pgarcia_ramos

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