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La semana pasada, en un diario madrileño, salía a la luz un artículo donde se dejaba ver la posibilidad de que el actual técnico madridista tuviese que cerrar, de nuevo, su ciclo de color blanco. Esto no se escribía porque sí. Se veía calramente la procedencia del mensaje.


Puedo entender que un club como el Real Madrid tenga la obligación de generar recursos de futuro, tanto deportivos como económicos. Sus aspiraciones en todos los frentes no permite el más mínimo retroceso, pero todo movimiento contrario a la estabilidad me resulta peligroso.


Tras leer el artículo, me cuestionaba sobre quién podría ser el sustituto. Sin devanarme mucho los sesos, intuí que los tiros iban por Raúl, actual técnico del Castilla. Al presidente Florentino le gusta sacarse los ‘conejos’ de la chistera. No voy a ser yo quien ponga en duda su capacidad, pero me da la impresión de que hay un gran trecho de inteligencia artificial, como se diría ahora, entre el que está y el que puede venir.


Reconozco que con el paso del tiempo, Carlo Ancelotti se me presenta como un vino. Su vuelta al madridismo la recogí con enorme escepticismo ya que me parecía un parche provisional en un momento de gran duda. Pero con el paso del tiempo, todos esos vaticinios saltaron por los aires. El técnico italiano logró encaramarse en lo más granado. Su imagen de hombre de club, con la sensatez como bandera, genera la admiración de un arco enorme del deporte. Técnico y jugadores no se esconden en reconocerlo como una referencia. Por ello, bien debería mirárselo el gran jefe blanco. Difícil encontrar a alguien con esos números.


Cambio de tercio. El deportivismo recupera el aliento. El contundente resultado de la última jornada así lo propicia. La clasificación en la tabla permite ver la luz al final del túnel.


Pero paralelamente, es el tiempo donde todo se debe concentrar para mantener y mejorar la línea a seguir. Luis Aragonés nos decía que los campeonatos se decidían en las diez últimas jornadas. Todo lo realizado hasta ese momento era una cuestión de situarse. Esperemos que los protagonistas asuman, definitivamente, el reto que tienen entre sus manos. Ante el Linense será una buena piedra de toque antes de recibir al Castilla.


Finalizo. La presencia en un programa de televisión del actor Martiño Rivas con la camiseta del Depor representó todo un ejercicio de identificación por unos colores. Presumió de atributos y de deportivismo. Cuestión que va unida.  


Como siempre un placer.

 

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