Cuarto intento
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17º-23º

Cuarto intento


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Ni de Mbappé ni de Rubiales, vamos a hablar del recién finalizado Mundial de atletismo. Su celebración en Budapest ha constituido un éxito total de organización, de competitividad y hasta de puntualidad en las pruebas. Se estrenó un estadio para la ocasión y varios experimentos de índole interna, y todos obtuvieron un resultado muy positivo. 
 

También los comportamientos de los atletas han resultado muy satisfactorios, como suele ocurrir con los protagonistas de este deporte. Sus actitudes son un reflejo de la vida y dejan en evidencia la condición humana de cada uno, sobre todo por lo que respecta a su lado bueno.  En el atletismo se forman grupos (decatlón, heptatlon) y los rivales se animan unos a otros en cada prueba (también en longitud, triple, disco, peso…). Un arrebato de chulería surge de vez en cuando por parte de algún ganador de prueba pero pronto queda oscurecido por el buen comportamiento de la gran mayoría.
 

Los primeros días de competición llamó la atención una cierta prepotencia de algún atleta noruego –que luego recibió un buen varapalo-, pero en general las actuaciones de todos estuvieron dentro de los límites de la normalidad. Llamó la atención, en el aspecto deportivo, la notable presencia en últimas rondas de atletas de ciertas nacionalidades, como los de India o Chipre, que pocas veces se asoman a competir con los mejores, entre otras cosas por la escasa tradición que tiene este deporte en sus países. 
 

La actuación española, en términos generales, agradó a los seguidores porque cuatro oros y una plata entre la cosecha no está nada mal. Pero, teniendo en cuenta que las medallas doradas fueron todas en marcha deja el balance del resto de las pruebas un tanto cojo. Bien es verdad que pudo caer alguna más, pero aquí se mide casi todo en presencias en el podio y, en ese sentido, el balance no fue todo lo bueno que podían hacer pensar las dos primeras jornadas de competición.
 

Mención especial  para el público húngaro, de lo más entendido y colaborador con los atletas y con la propia competición, con llamativos silencios que respetaban la concentración de los atletas al inicio de cada prueba. Y reseñemos también las excelentes aportaciones técnicas de los comentaristas de Televisión Española, de los que se notaba su procedencia del mundo del atletismo. Eso sí, convendría un pequeño repaso a alguna cuestión gramatical entre los que se pueden incluir esos laísmos que chirriaban algo más de la cuenta.

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