Partiendo de la base que cualquier acto violento debe ser reprobable dentro de la convivencia social, lo sucedido en el parking del Estadio Bernabéu , tras el partido entre el Real Madrid y el Villarreal, con la implicación de los jugadores Fede Valverde y Alex Baena, resulta realmente difícil de valorar.
El pasado fin de semana, en un programa televisivo con numerosos tertulianos por el medio, se les cuestionó sobre lo acontecido. Todos ellos mostraron su rechazo a la forma de actuar del jugador blanco tras golpear con su puño la cara del castellonense, un auténtico crochet de derecha. Pero lo más llamativo fue que con la segunda pregunta que se les realizó sobre cómo actuarían ellos si sufrieran, previamente, el supuesto ataque verbal que implicaba a su familia. Todo el colectivo respondió de forma conjunta que habría tenido la misma respuesta o peor.
Tras la explosión mediática, cada uno saca sus velas, abogados por el medio, según soplen sus intereses. Valverde, con su mujer de portavoz a través de las redes sociales, se refugia en el silencio cómplice del rumor. Baena, por el contrario, niega la mayor y se va al juzgado para acallar cualquier tipo de duda sobre su honorabilidad. La verdad, que esto del juzgado resulta un brindis al sol, teniendo en cuenta el baremo de lo que puede representar la hipotética sentencia en contra.
En otra versión, el colegiado no pudo reflejar nada en el acta ya que estaba en otro ámbito, pero el comité de competición, ante tales circunstancias, podría actuar de oficio y viendo actuaciones anteriores, el jugador blanco se podría ver inmerso en una sanción de entre 4 y 12 partidos. Aquí es claro que el presunto ‘insultador’ quedaría impugne. En definitiva, que aquello que se suele decir cuando hay una ‘trifulca’: “…Te espero fuera”, se ejecutó al pie de la letra. Veremos cómo finaliza la secuencia.
¿Y ustedes que piensan de todo esto? ¿Valverde se volvió loco sin mediar ninguna actuación en contra? Le podríamos cuestionar el caso a Zidane, que seguro tiene una buena experiencia en el tema.
Cambio de tercio pero sigo con la conflictividad. Leo estos días, con enorme estupor y sorpresa, que en los años 70 se destapó una trama de corrupción entre determinados colegiados de primera y segunda división del fútbol español.
Estos ‘señoritos’ cobraban y pagaban a otros colegiados con dinero proveniente de clubes de fútbol. Aunque hubo una supuesta depuración interna, nada se hizo oficial, todo se tapó y el súper escándalo quedó sin salir a la luz.
Ante esta situación que se presenta ahora, entiendo que las competiciones de aquella época tuvieron una adulteración que obligaría a anularlas. Títulos, ascensos, descensos, todo queda en tela de juicio. Si a esto añadimos la realidad del caso Negreira, ya me dirán ustedes cómo queda la credibilidad del fútbol español.
Finalizo con el derbi en tierras ferrolanas. A estas alturas ya no hay especulaciones, habrá que dar lo mejor de sí, no hacerlo significaría un inmenso paso atrás. El colectivo de técnicos y jugadores que reflexionen sobre lo que les deben a sus aficionados. ¡Que la victoria sea por ellos!
Como siempre un placer.