Cosas que me gustan de Arteta
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Cuando Mikel Arteta era parte del cuerpo técnico de Pep Guardiola en el Manchester City no celebraba los goles que su equipo marcaba al Arsenal, el club del que fue capitán hasta su retirada como futbolista, tras cinco temporadas, en 2016. Sus compañeros saltaban eufóricos en el banquillo o se felicitaban cuando el City hacía gol, pero él permanecía sentado y callado o miraba hacia otro lado, serio, es posible que satisfecho en su interior, pero respetuoso en su comportamiento hacia un club del que salió como leyenda y al que poco después regresó como esperanza.


Cuando el Arsenal de Arteta marca un gol, su entrenador, con el negro siempre como color de su vestimenta, apunta al cielo con los puños, se gira hacia su banquillo y abraza a uno o varios ayudantes del cuerpo técnico. Su rostro dibuja una de las pocas sonrisas que los partidos le arrancan, que lo sacan por unos segundos de una concentración máxima. Son esos los goles compartidos, el éxito colectivo, la felicitación para todos. Con el pitido final tras un triunfo, ese abrazo conjunto se repite después del saludo deportivo al entrenador rival.


Cuando el Arsenal llegó la campaña pasada a la última jornada con el título de Premier League en juego, el City, como en la temporada anterior, se lo arrebató después de que casi todo el curso los gunners fueran por delante en la clasificación. Dos golpes seguidos dejaron tocado al grupo, cabizbajo en el césped para despedirse de la afición. Arteta, serio de nuevo y con el micrófono en la mano, volvió a emplear las palabras justas y apropiadas para levantar el ánimo y mantener viva la fe en su proyecto deportivo.


“Es tiempo de descansar y reflexionar. Pero por favor, seguid empujando, seguid inspirando a este equipo. No os deis por satisfechos. Queremos mucho más que esto y lo vamos a conseguir”, pidió Arteta a la grada del Emirates Stadium, con el sabor amargo del subcampeonato en su rostro y la ilusión firme en un horizonte reservado al éxito de sus cañones.


Cuatro meses después el guipuzcoano renovó como técnico del Arsenal hasta 2027, un periodo en el que demostrar que su equipo puede alcanzar ese “mucho más” que una FA Cup y dos Community Shield que hasta ahora ha ganado con él en el banquillo; que los cañoneros apuntan a una Premier que esta vez el Liverpool le va a impedir conquistar o a una Champions League que tras el doble recital casi perfecto ante el Real Madrid ahora pueden divisar algo más cerca.


Arteta es un entrenador fiable porque su equipo transmite en el campo la fiabilidad del trabajo bien hecho, de la preparación rigurosa, de la implicación global. La inteligencia del banquillo se extiende a la técnica y la mentalidad sobre el césped, no solo reafirmada en los cuartos de final de esta Champions, también en gran parte de estas últimas tres temporadas en la Premier. Odegaard, Saka, Rice, Thomas, Gabriel, Saliba, Timber, Martinelli o David Raya son futbolistas fantásticos porque Mikel Arteta, en la banda, es un entrenador excepcional.

 

Rubén D. Rodríguez
Periodista de Quincemil

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