Los presidentes de los equipos de fútbol, por el mero hecho de serlo, han campado habitualmente a sus anchas y han tomado decisiones unilaterales de todo tipo, dependiendo de la capacidad de influencia en su cercanía. Ahora no son los tiempos de hace algunas décadas, pero los caprichos siguen aflorando en aquellos que tienen el mayor porcentaje de acciones en la entidad.
Un ejemplo de esto –al que ya nos hemos referido en otras ocasiones- es el Club Deportivo Lugo y su presidente, Tino Saqués. La arbitrariedad y el capricho con que se maneja este directivo son dignos de estudio. No se sabe muy bien si con sus decisiones pretende dejar sentado reiteradamente que el que manda es él o si en el fondo es un forofo más dirigiendo el club.
Saqués ha despedido al técnico portugués Paulo Alves, que había aparecido por Lugo hace pocas semanas. Después de unos comienzos dubitativos parecía que el club trataba de enderezar su rumbo y llevaba sin perder las cuatro últimas jornadas (dos triunfos y dos empates). Sin embargo, al mandamás le debió de parecer corta la reacción e, inesperadamente, echó al entrenador. En su comparecencia ante la prensa, Saqués dejó dos perlas: “No conseguimos formar equipo”, esgrimió como la primera razón que podría justificar el cese. Y, ante la sorpresa de los que lo escuchaban y en un alarde de autocrítica, añadió: “La máxima responsabilidad la tiene el equipo técnico”.
Ahora toma el relevo Roberto Trashorras, que venía entrenando al Polvorín, filial del primer equipo, y que en otras ocasiones ya había ocupado otros lugares en el escalafón del club, de los que también fue desplazado por el máximo dirigente.
Dicen que Saqués lleva ya dieciocho entrenadores desde el año 2015. Debe de ser una marca digna de ser registrada como récord de algo, si bien en esta ocasión no pudo batir el registro de mínima permanencia de un entrenador en el banquillo del club lucense. Paulo Alves aguantó siete partidos mientras que el más breve ha sido Joan Carrillo, que anteriormente había resistido el empuje de Saqués tan sólo en cinco ocasiones. Desde luego, a estas alturas, no le vamos a pedir explicaciones de ningún cese, como aquel de Mehdi Nafti, por ejemplo.
Con cara de circunstancias, Saqués cerró la rueda de prensa con una frase que sembró la incredulidad entre los asistentes: “Soy el presidente, pero también delego”. Pues será verdad, por lo que entonces debe de estar mal asesorado.