Se han vertido agrias críticas tras el empate ante el Arenteiro. También han alzado la voz quienes opinan que no es justo crisparse con el equipo dado el carrerón de las últimas quince jornadas. Como fuere, es el sentir de los aficionados, ávidos a la vez que temerosos del futuro que le depara el fútbol a nuestro equipo.
El fútbol es lo que su último resultado. Este axioma es el padre nuestro de este negocio para unos, pasión para otros. Y mientras no se cambie, que todo puede ocurrir en este mundo, así funcionan las cosas. ¿Conclusión? Lo primero es analizar la última actuación del equipo y después contextualizarla.
Si vamos a lo primero, las tablas ante los de O Carballiño nos dejaron literalmente helados. Nadie o casi nadie esperaba un modesto tan respondón y por momentos tan superior. En la primera mitad, los jugadores blanquiazules se sintieron y fueron mejores pero acabaron diluyéndose en un parsimonioso tran tran que parecía, pero no fue, el preámbulo de otra victoria cómoda.
Tanto no fue así que en tiempo de descanso, en el vestuario y de la mano del entrenador visitante, se produjo “la acción del partido”, el movimiento que igualaría la balanza hacia los que perdían. Javi Rey movió ficha y agrandó el medio del campo dejando chiquitos, chiquitos a José Ángel y Villares. Idiakez dijo haberse percatado de la situación pero prefirió seguir optando por dos puntas en pos del tercer tanto. Difícil de entender la decisión del vasco, tantas veces conservador, sobre todo cuando el golazo de Villares ya llega en una jugada suelta y en acción personal, y cuando por minutos se multiplicaba la sensación de peligro de los, por varios instantes, gladiadores verdes.
Decir ahora que Idiakez se equivocó de estrategia es fácil pero en realidad tampoco había que ser un Oppenheimer para entender que la mejor opción hubiera sido contraatacar esa superioridad en mediocampo y llevar el partido a la nada.
Hecho el análisis es momento de contextualizar, y comprobar que el empate se queda diluido en una situación todavía idónea. La racha de nuestro equipo es magnífica, fruto de trabajo, unión y acierto. Sin duda, muchos más aciertos que errores.
Mejor plantilla, de jugadores contrastados y que están en buen momento, mejor calendario y mejor afición, que se va a dejar la vida. Lo único que tienen que poner ellos de su parte es hambre y ganas de jugar el año que viene en Segunda. Le decía Guardiola a los suyos en la arenga pre partido “¿queréis jugar la final de la Champions League? ¿De verdad es lo que queréis? Pues salid y demostradlo”.
Pues jugadores del Deportivo, ¿queréis jugar la próxima temporada en Segunda? ¿Salir de este pozo de categoría? ¿Seguro? ¿Es lo que deseáis? ¿Lleváis toda la temporada trabajando para esto? Pues salid a Las Llanas y ponedlo todo en cada acción. Sed más rápidos, más fuertes y más listos que el rival. Que nadie os gane en hambre ni en ganas. Ese es el salvoconducto, el verdadero salvoconducto del éxito. Y ese salvoconducto debe ser innegociable para cualquiera que vista la camiseta del Deportivo.
Salud y suerte!
