La imagen de Lucas Pérez celebrando con rabia el gol ante Lucho García, portero del Rayo Majadahonda, se hizo viral. Rápidamente cientos de comentarios sobre la idoneidad o no de ese gesto de rabia ante el portero de Barranquilla que durante muchos minutos del encuentro del sábado lo había parado prácticamente todo.

Desde fuera, sin contexto y sin saber puede parecer que el gesto del ariete está fuera de lugar. No se trata de justificar o no si lo que hizo está bien o mal, pero entre ambos ya había habido ciertos ‘roces’ y comentarios previos durante la contienda.

Son normales esos ‘piques’ entre jugadores en un partido. La adrenalina hace que nuestras emociones vayan a otra velocidad y a veces no es fácil medirse ante la intensidad de lo que pasa en un campo. Todos los que hemos practicado deporte lo sabemos. Hay un código no escrito que reza que ‘lo que pasa en el campo se queda en el campo’ y es perfectamente aplicable a lo que ocurrió este sábado en Riazor.

Y la muestra de ello es el abrazo de ambos protagonistas al término del encuentro. En un mundo en el que cada vez la piel es más fina, en el que hay que andar con pies de plomo para no molestar ni herir sensibilidades, hay que pedir perdón por una reacción natural y genuina en un momento puntual y con todo lo que había en juego en el encuentro.