Partiendo de la base, no podría ser de otra forma, de que todos queremos lo mejor para este Deportivo en su particular lucha por volver a situarse entre los grandes, no es menos cierto que se observa un serio problema en el “esqueleto” de la Entidad para revitalizarse y cuando lo hay, lo primero es detectarlo y segundo, buscarle la solución.
La caída a los infiernos viene de tiempo atrás, varios fueron los ciclos donde los movimientos, tanto de jefatura, como en la parte deportiva, no gestionaron activos positivos, más bien todo lo contrario y tenemos el actual panorama.
En la actualidad nos encontramos con una entidad financiera, ABANCA, que salvó un ‘match ball’ económico (motivada por el gran respaldo social que hay detrás), creando un Consejo de Administración profesional, teniendo la vista puesta en la vuelta al profesionalismo y tratar de vender el activo en las mejores condiciones para su economía. Nada que objetar.
Pero este gran paso, se está viendo truncado por la idiosincrasia del propio fútbol. Por muchas bandas se les trasladó que, lo que tenían entre manos, no era una sucursal al uso. Afortunada o desafortunadamente, aquí todo puede cambiar en cuestión de segundos. Aparte del 2 + 2 = 4, influyen muchas circunstancias para que el entramado funcione.
En este Deportivo falta pasión y por lo tanto no la pueden transmitir. La imagen que ofrecen técnico y jugadores a sus más de 22000 socios no es la más adecuada.
Un fiel reflejo de lo que digo son las palabras del central Lapeña, una vez finalizado el choque ante el San Fernando: “Nosotros no podemos jugar con esta presión y estrés”. Hombre… Con todas las profesiones que hay y fue a escoger la menos conveniente para su capacidad. Pues estamos buenos. O las de Borja Jiménez, en el pospartido ante el Talavera, donde nos quiso hacer ver que todo lo sucedido, sobre el terreno de juego, fuera una balsa de aceite blanquiazul. Entiendo que fueron argumentos de una perfilada estrategia defensiva de sus intereses.
Mi visión es que el responsable deportivo bordea el Principio de Peter. Llegó a un punto máximo de su capacidad como técnico. Todo esto le desborda y no sabe cómo atajarlo. Su travesía por los designios de Riazor, comienzan a generar crispación en la grada y esto es lo último que merece esta incuestionable afición.
Como decía anteriormente, aquí todo puede pasar y dar un giro de 180º y dejarme con el trasero al aire, pero las sensaciones no propician tales aventuras. Ojalá me equivoque y Borja salga por la puerta grande, como hizo María Pita en su momento.
Como siempre, un placer.