Galicia y Portugal comparten pasado común, el río Miño, dos lenguas hermanas y fuertes lazos económicos y sociales. Incluso se parecen en la tradición por el hockey sobre patines, lo que ha hecho que a lo largo de los años se llegara a especular con que al Liceo, por proximidad, le convenía más participar en la liga lusa que en la española, en la que cada dos fines de semana debe desplazarse mil kilómetros para jugar en Cataluña. Sin embargo, el equipo coruñés ha cruzado el charco más veces en busca de jugadores que mirado al otro lado de la raia. Nuno Paiva será la próxima temporada el fichaje portugués número trece, doce jugadores y un entrenador, en más de cincuenta años de historia, sin que ninguno, además, calara especialmente con las tres temporadas, tanto de los Querido como de Ricardo Barreiros, como las estancias más largas en A Coruña.
Y eso que los primeros llegaron a pares. Porque el Liceo, con el ascenso a División de Honor en la temporada 1979-80, da un salto a la profesionalización y empieza a buscar fichajes de fuera. Carlos Gil ya había sido el primero, en 1976, figura clave para entender lo que es el Liceo tanto dentro como fuera de la pista. Pero para el desembarco de los hermanos gemelos Antonio y Fernando Gomes da Costa el conjunto coruñés tuvo que hacer su primer desembolso millonario. Entre los dos costaron 1.200.000 euros. Los dos procedían del Infante de Sagres (tuvieron también una carrera idéntica, siempre fueron en pack) y ninguno vivió en la ciudad. Mantuvieron su residencia en Oporto y solo se desplazaban los viernes para jugar el fin de semana. Fuera como fuera, ambos fueron decisivos, con 26 y 37 goles respectivamente, para que los verdiblancos se asentaran en la élite en su primer año en la categoría, poniendo los cimientos de todo lo que vendría después.
Los Da Costa se marcharon después del primer verano, en el que el Liceo subió la apuesta y se fue a por los dos mejores jugadores del mercado. Uno, el portugués Cristiano Pereira. Otro, el argentino Daniel Martinazzo. El primero firma por algo menos de dos millones de pesetas. El segundo, se escapa (por el momento). Pereira ya había ganado cuatro Europeos y un Mundial con su selección, además de ser el máximo goleador y el mejor en otros dos, pero siempre se le escapaba el título de Liga, tanto en su país como en Italia. Eligió el Liceo para, a sus 29 años, hacer un enésimo intento. Pero se le escapó por solo tres puntos y no pudo hacer un segundo intento porque la entidad bancaria para la que trabajaba no le firmó la prórroga de su excendencia, lo que también impidió verle jugar junto a Martinazzo, que llegaría para el curso siguiente en el que, además, se estrenó la cuenta de títulos. No fue la Liga, que todavía tardaría dos años más, pero sí la Copa del Rey y la CERS.
Desde entonces pasaron quince años antes de que recalara en A Coruña un nuevo jugador portugués para el Liceo. Fue Rui Lopes en la temporada 1996-97, procedente del Benfica y que beneficiándose de la Ley Bosman que entró en vigor ese curso pudo coincidir con los argentinos Facundo Salinas y Raúl Monserrat, además de Osvaldo Díaz, que contaba con pasaporte español. Lopes fue clave en la conquista de la Copa del Rey, con cinco goles en la final frente al Igualada (9-3), aunque no pudo repetir más éxitos ni ese curso ni el siguiente, los dos que duró su estadía en la ciudad, con 32 goles (21 y 11 respectivamente) en su cuenta particular.
A Lopes le sucedieron, una década después, Pedro Alves en la pista y José Querido en el banquillo, que además llegó acompañado por su hijo, Luis Querido (ahora capitán del Barcelos), que intercala sus actuaciones con la cantera con breves intervenciones con el primer equipo. Alves ya tenía 36 años y llegaba a A Coruña con un enorme bagaje a sus espaldas. Se mantuvo dos temporadas y aún estuvo en activo unas cuantas más, terminando su carrera en Suiza. Los Querido, por su parte, aguantaron un año más, hasta 2009. Ninguno de los tres, sin embargo, tuvo suerte a la hora de levantar títulos.
Ellos se marcharon justo cuando aterrizaba su compatriota Ricardo Barreiros, que dejó el Benfica para ponerse a las órdenes de Carlos Gil después de haber asombrado unos meses antes como máximo goleador del Campeonato de Europa. El de Sintra fue una pieza clave para convertir al Liceo en el número uno del ranking mundial tras conquistar una CERS y dos Champions seguidas A título por año de los tres que jugó de verdiblanco, uno de ellos, el curso 2010-11, coincidiendo además con otro portugués, Pedro Afonso, defensa aguerrido y veterano.
Precisamente a ganar experiencia vino Henrique Magalhães, el siguiente en la lista en la 2016-17 entre sus etapas en el Valongo y el Sporting y mientras se asentaba como un fijo en la selección portuguesa como lo es ahora. Los últimos, hasta que la temporada que viene Nuno Paiva les quite el puesto, fueron el año pasado el portero Tiago Rodrigues y Tomás Pereira, un paso fugaz de solo una temporada en la que no consiguieron adaptarse al hockey español e hicieron el camino de vuelta rumbo al Juventude Pacense.