Marc Godayol: "Para mí esto no es trabajar, es una pasada"
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Marc Godayol: "Para mí esto no es trabajar, es una pasada"

Marc Godayol: "Para mí esto no es trabajar, es una pasada"
Gudy posa junto a la plantilla del Liceo en el Palacio de los Deportes de Riazor | Javier Alborés

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Marc Godayol Prada (12 de abril de 1993 – Vic, Barcelona) es Gudy, preparador físico del Deportivo Liceo, el responsable de que los jugadores vuelen sobre la pista. Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y con un Máster en Tecnificación y Alto Nivel, se incorporó al cuerpo técnico del equipo coruñés en el verano de 2021, solo un año después de la muerte de su padre, Albert.
 

Portero en el Vic, desde los 4 años en las categorías inferiores hasta los 23 en el primer equipo, Marc dejó la pista por el banquillo por falta de tiempo. Compaginaba sus estudios, con un trabajo para pagarse la carrera y sus primeros pinitos como preparador físico en el club de toda su vida y las selecciones españolas sub-17 y sub-19. “Tampoco era muy bueno”, se sincera entre risas.
 

La sonrisa y “una mentalidad súper positiva y trabajadora”, en palabras del capitán Dava Torres, son dos de las características que definen a Gudy, “un preparador físico moderno que se adapta perfectamente a nuestro modelo”, destaca Copa, y el especialista en el ‘scouting’ de la pelota parada: “Prepara los vídeos de los porteros y lanzadores rivales cada semana, otra parte importante de su trabajo que no se le conoce tanto”, remarca Àlex Rodríguez, el encargado de lanzar las directas esta temporada.
 

¿Cómo se gestó tu fichaje por el Liceo?
Estaba en Galicia haciendo controles con la selección española (ejercía de preparador físico en la sub-17 y la sub-19) y Juan (Copa) vino a hablar conmigo. Cuando me presentó la oportunidad no lo dudé ni un segundo.

 

¿Cómo fue tu adaptación?
Al principio me costó un poco separarme de mi madre (Iluminada) porque estamos muy unidos y hacía solo un año que había muerto mi padre (Albert), pero aquí me pusieron muchas facilidades y siempre estuvieron pendientes de mí porque eran conscientes de mi situación. Y cuando te sientes abrazado, estás mucho más tranquilo y todo es más fácil aunque sea tan lejos de casa.

 

¿Qué te has encontrado de puertas para dentro?
Antes de venir pensé “vengo a uno de los grandes que lucha para ganarlo todo”. Tenía las expectativas muy altas y todo lo que me encontré aquí es trabajo, trabajo y más trabajo. Todo lo que se dice del ADN verdiblanco es cierto. Después de algunos entrenamientos pensaba que los jugadores iban a estar cansados al día siguiente, pero son unos luchadores y van a tope. La exigencia es máxima.

 

Ganar la OK Liga es increíble, no solo por el título, sino por todo el camino

 

Llegar y besar el santo: en tu primera temporada celebraste la OK Liga.
Es una de las experiencias más grandes que he vivido a nivel profesional y personal. Y no solo por el hecho de ganar la OK Liga, que es increíble, sino por todo el camino. Lo que se llegó a construir entre los jugadores, Juan y el resto del cuerpo técnico es algo especial. Y el título, el ‘summum’.

 

Y en tu segunda temporada, toca empezar casi de cero.
Cambió el 70% de la plantilla –de los diez campeones de la OK Liga solo quedan tres: Dava, Àlex y César–. Nos ha tocado ponernos el mono de trabajo, recibir a la gente nueva con los brazos abiertos y ayudarlos a subirse al carro. El Liceo es un tren que va a tope y no se para. Es parte de ese ADN: trabajar y tirar para delante.

 

Preparación física, prevención de lesiones, ‘scouting’... ¿te da tiempo a todo?
Mi trabajo, a parte de la preparación física, el trabajo de fuerza y la prevención de lesiones, también es el ‘scouting’. Como jugué al hockey, hay cosas que puedo analizar del rival. Juan me pide que vea algunos partidos, yo los preparo en vídeo y los envío. Miro también todos los lanzamientos de pelota parada para analizar a los jugadores. Como yo era portero, también intento aportar mi punto de vista a Martí (Serra) y Mati (Bridge).

 

¿Cuántos partidos de hockey ves a la semana?
Ufff... No lo sé. Hay semanas que veo muchos. Y no solo los que corto para los vídeos del ‘scouting’. Veo tantos que, a veces, mi pareja me pide que pare ya (ríe). Para mí esto no es trabajar, es una pasada.

 

Cumples 30 años en abril y llevas desde los 24 en vestuarios con jugadores de mayor edad, ¿cómo haces para imponerte?
Siempre con naturalidad. Nunca he tenido que enfadarme ni alzar la voz. Solo tengo que hablar con los jugadores: explicarles cada ejercicio y decirles por qué lo tienen que hacer. Por suerte, ellos siempre están predispuestos a trabajar. Por ejemplo, (Jordi) Adroher me sacaba unos cuantos años y había tenido diferentes preparadores físicos, pero nunca fue un problema para mí.

 

¿Hablas mucho con los jugadores?
Tenemos que estar en constante comunicación con los jugadores porque son la parte más importante de todo esto. Cada uno responde de una manera diferente a los esfuerzos: algunos juegan más minutos, pero están menos cansados que otros que juegan menos. Nosotros solo podemos ayudarles en todo lo posible para sacar su máximo rendimiento sobre la pista.

 

Intento no exprimir ni estresar a los jugadores durante la semana

 

El Liceo se encuentra inmerso en una vorágine competitiva que alcanzará su punto álgido la próxima semana en la Copa del Rey de Calafell (2 al 5 de marzo). Antes, el domingo, disputará su octavo partido en 31 días (tres de Champions y cinco de OK Liga): nada menos que el Clásico contra el Barça en el Palau Blaugrana. Marc Godayol ha preparado a la plantilla para llegar a este tramo de la temporada en el mejor momento posible. Y todavía se guarda algo para los ‘playoffs’.

 

¿Cómo has vivido estas semanas de tanta actividad?
Sabíamos que este mes teníamos muchos partidos de muchísima exigencia. Intentamos preparar a los jugadores para llegar a esta época en el mejor estado posible.

 

Horas de vuelo y carretera, noches de hotel, entrenamientos, partidos... ¿cómo se gestiona el descanso?
A veces tenemos que dar días de descanso o hacer entrenamientos más suaves. Es importante escuchar a los jugadores antes de planificar la semana con Juan.

 

¿Qué tal se encuentran físicamente los jugadores?
Personalmente los veo muy bien, como motos. Han trabajado mucho para llegar  hasta aquí. Los partidos que hemos tenido y los que vienen nos marcan una exigencia muy alta. Nos la piden y también nos ayuda.

 

En un mes habréis jugado contra Oliveirense, Benfica, Noia, Reus, Calafell y Barça. ¿Se puede pedir más?
Me encanta el hockey y disfruto de todos los partidos, pero ir a jugar a Reus, contra el Benfica o el Barça me hace sentir mariposas en el estómago (ríe).

 

¿Cuesta mantener la motivación de los jugadores contra rivales de menor entidad?
Obviamente, los jugadores no pueden estar a su 100% durante toda la temporada, pero en ningún momento se desmotivan. El ritmo y la exigencia que se marcan es brutal. Es parte del ADN liceísta. Yo intento no exprimirles o estresarles durante la semana para buscar objetivos concretos, como los partidos de Champions o los ‘playoffs’ y así volver a sacar su mejor versión.

 

Mi abuelo le hablaba a mi madre del gran Liceo, Martinazzo, Huelves...

 

José Manuel Prada, el abuelo de Marc, se crió en Mourisca, una aldea de Viana do Bolo (Ourense). Y su madre, Iluminada, le transmitió sus recuerdos del gran Liceo, aquel que lo ganó todo en los años 80 y 90.

 

¿De dónde viene tu amor por el Liceo?
Tengo familia gallega. Mi abuelo es de una aldea de Ourense y mi madre me contó que le hablaba del gran Liceo de Martinazzo, Huelves...

 

¿Cuál fue tu primera visita al Palacio de los Deportes de Riazor?
Cuando venía a jugar aquí con el Vic. Es un lugar que impresiona. Tiene unos años, pero es muy bonito.

Marc Godayol: "Para mí esto no es trabajar, es una pasada"

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