Que nadie se baje del barco. Que el Liceo ya está en semifinales. Con otro excepcional ejercicio de resistencia y de paciencia máxima en un día en el que la bolita parecía en su contra, negándose a entrar, los verdiblancos superaron por 2-1 al Lleida para remontar la eliminatoria empujados por la fuerza de un Palacio inspirador y por la cabezonería de Bruno Saavedra, el rey de la insistencia. Que nadie se baje. Y que nadie se vaya. Que esto sigue. Ya el viernes y el domingo. Contra el Reus. Sube la exigencia. Y también la apuesta. La final espera.
Qué tensión. Y eso que el partido empezó con calma, había que ir preparando el cuerpo para lo que esperaba. El Lleida salió conservador y el Liceo, con mucha más intención, pero sin poner toda la carne en el asador, tanteándose uno y otro por medio de sus cañoneros, que calibraban sus metralletas, como un disparo de Nuno Paiva y otro de Dava Torres que se fue rozando el palo demasiado cruzado. Y ya con Bruno Saavedra haciendo de las suyas. Para bien.
La intensidad fue subiendo. Tato Ferruccio y Fabrizio Ciocale le pusieron un poco de tango mientras el capitán se encaraba con Nico Ojeda, que le había dado un empujón a César Carballeira. Achanta neno, que tú no tocas a mi amigo, parecía decirle. El cinco coruñés fue también protagonista en la siguiente jugada cuando los árbitros señalaron penalti. Los verdiblancos lo celebraron casi como un gol, abrazados los cuatro jugadores de pista, pero el lanzamiento de Carballeira salió repelido entre Sánchez y el palo.
La careta del portero visitante fue protagonista. Así también despejó un chutazo de Ciocale y otro de Ferruccio. Y a donde no llegaba él, le ayudaba el palo. Segundo para el Liceo en unos minutos en los que se iba mereciendo el gol y que llegó con, esta vez sí, un disparo de Nil Cervera. El Palacio se encendía, pero le duró poco la alegría porque Darío Giménez, que ya lo había intentado antes, consiguió una de sus conexiones en el área. Le faltaba su habitual socio, Tombita, pero encontró otro, Jordi Badía, que recibió la asistencia y marcó.
El Liceo volvía a pagar su incapacidad para sentenciar y transformar su superioridad de juego en goles. Porque después del empate del Lleida dispuso otra vez de innumerables ocasiones. Lo probaron todos los que estaban en pista y Sánchez con su casco, en peligro de partir por la mitad, seguían parándolo absolutamente todo, la más clara una contra en la que Carballeira vio la incorporación de Xaus y este definió sin contundencia.
Y no podía faltar la polémica. Quedaban poco menos de dos minutos para el descanso cuando Tato Ferruccio vio azul. Nuno Paiva se dirigió a tirar la directa, pero tardó más de cinco minutos porque en las protestas y escaramuzas acabaron otros dos en la silla con tarjeta, Carballeira y Giménez, diciéndose de todo. El portugués, al final, falló la directa y en el juego de 3x3, Torres, tirado en el suelo protestando una agresión, se quedó solo frente al portero, levantó y picó y su bola se fue fuera. Nadie se lo podía creer porque ya se estaba cantando el gol.
Los equipos se retiraban y no cesaban las protestas, sobre todo de un técnico visitante que se marchó y volvió entre silbidos. El Lleida recuperó el cuarto jugador nada más comenzar la segunda parte, el Liceo tuvo que esperar dos minutos más que aguantó con el capitán bailando al rival por toda la pista. Pero el guion seguía igual, con un Liceo que continuaba fallando. Saavedra conectó con Cervera en el área, pero este tiró al muñeco. Y el santiagués sumó poco después el tercer palo del partido.
Y cuando la bola entraba, no valía. Xaus ya celebraba el gol cuando los árbitros le indicaron que no, que le había dado con el patín. Qué desesperación. Y así fueron pasando los minutos, entrando en los diez últimos en el terreno que quería el Lleida. Pero si alguien se merecía desnivelar esta balanza era Bruno Saavedra. Tuvo jugadas de hasta tres y cuatro remates. Desbordaba. Lo hacía todo bien. Y siempre se quedaba a las puertas. Pero ya lo dice Juan Copa. Hay que insistir. Y siguió el santiagués hasta que ya, en un rechace, con hueco enorme en el segundo palo, mandó la bola a las redes con celebración por todo lo alto.
Aún tuvo Tato la sentencia cuando quedaban cuatro minutos, con la décima del Lleida, pero por más que sacó el putt a relucir, y cuando ya parecía el portero superado, se le fue fuera el último toque. Así que el destino era sufrir, repitiéndose el guión de los dos partidos previos, con el Lleida atacando el minuto final sin portero, pero esta vez sin milagro de Nuno Paiva. El Liceo está en las semifinales. Y no habrá que esperar por ellas. El viernes, llega el Reus. Otra batalla. Pero también otra fiesta.
Liceo 2 - 1 Lleida |
Liceo: Martí Serra, César Carballeira, Dava Torres, Arnau Xaus y Bruno Saavedra -cinco inicial-. Tato Ferruccio, Fabrizio Ciocale, Nil Cervera y Jacobo Copa.
Lleida: Javier Sánchez, Jordi Badía, Nuno Paiva, Sebas Moncusí y Nico Ojeda -cinco inicial-. Darío Giménez, Chino Miguélez y Sergi Duch.
Goles: 1-0, m.14: Nil Cervera. 1-1, m.17: Jordi Badía. 2-1, m.42: Bruno Saavedra.
Árbitros: Miguel Díaz y David Cantos. Mostraron cartulina azul a Tato Ferruccio, César Carballeira y Darío Giménez
Incidencias: Tercer partido de los cuartos de final del playoff por el titulo de la OK Liga disputado en el Palacio de los Deportes de Riazor ante 2.000 espectadores. |