La carrera profesional de Joan Creus Custodio (Granollers, 11 de enero de 1992) fue diametralmente opuesta, en duración, a la de su padre, el legendario Chichi. El hijo lo dejó en 2021, con sólo 29 años. Actualmente trabaja en su club nodriza, el Barça, en activación digital de patrocinio del equipo de fútbol. Ahora le toca hacer memoria con la última de sus dos temporadas en A Coruña, la 16-17.
La campaña anterior habíais firmado el peor inicio de la historia del equipo (1-7), y en esta hicisteis lo contrario. ¿fue la consecuencia lógica de la continuidad?
Lo que habíamos demostrado la temporada anterior fue creer en el equipo. Generamos una dinámica muy competitiva, de un equipo que nunca se rendía, así que la decisión de mantener el bloque fue acertada.
Todo fue como la seda hasta febrero, cuando Dago se marcha a tu exequipo. ¿Cómo se supera una pérdida así?
Fue un shock. Era nuestro referente, el que generaba algo diferente, y ya teníamos muy definidos los roles. Pero este mundillo es así. Él me preguntó cómo era el club y yo le dije que si la oferta era buena, que la aceptara. Nunca se sabe cómo vas a acabar. A mí me cortaron en Oviedo y me fichó el Estudiantes [en la temporada 14/15]; no seguí porque tampoco lo hizo Txus Vidorreta. Pero tuve suerte porque acabé en Coruña.
¿Costó reajustar esos roles?
Sí, sí. Hubo que repartir sus puntos, sus rebotes, variar un poco el estilo de juego... Monaghan tuvo que asumir mucho más y el resto aportar más cosas. Pero el club empezó rápido a trabajar en traer a alguien. Y Justin Johnson no estaba lejos del nivel de Dago; tal vez era menos completo, pero si no le hubiera pasado lo del corazón, estoy convencidísimo de que otro gallo nos habría cantado en la serie de playoffs contra Palencia. Por eso esta temporada da valor al núcleo que teníamos. Mi padre dice que además de fichar jugadores hay que fichar a buenas personas. Y nosotros éramos muy buena gente. [La mitad de esta plantilla estuvo, el día del ascenso del Básquet Coruña, en la boda de Larry Abia].
Éramos muy currantes, aunque más limitados que el Palencia
Monaghan y tú erais el día y la noche jugando. ¿Qué tal relación teníais?
Mejor, imposible. Eso sí, entrenando nos exigíamos mucho el uno al otro.
En playoffs viviste la segunda decepción consecutiva en un cuarto partido en casa para sentenciar. ¿Cuán frustrante fue?
En ambas ocasiones tuvimos delante a sendos equipazos [en la 15/16 fue el Melilla]. Palencia tenía muchísimo talento y era muy experimentado, y no supimos cómo anteponernos. Éramos un bloque sólido y muy currantes, aunque más limitados que ellos y sin Justin o un Dago o un Beqa. Pero aun así lo tuvimos y lo competimos, un mérito enorme. Teníamos la base, pero, repito, nos faltaba un jugador de los marcan las diferencias. La frescura y el talento de Josep Pérez nos hicieron mucho daño. Y Dani Rodríguez nos vapuleó.
Poco después, se acabó tu periplo naranja. ¿Por qué no seguiste?
No tuve oferta de renovación, porque supongo que era demasiado caro para ser un base suplente, y además quería tirar por otro lado, quería ser el base titular de un equipo. Y en Coruña, Zach me ganó ese puesto. Y me fui un año a Australia.
El Barça es el club de mi vida, pero al Coruña lo quiero muchísimo
Vamos al presente. Los invitados a la boda de Larry Abia no pudisteis ver el ascenso.
Correcto. Pero lo celebramos por todo lo alto. Al ser el partido en Melilla tenía un poco de miedo... (risas). Estaba supercontento. El Barça es mi club de toda la vida, pero al Coruña lo quiero muchísimo, y tenía clarísimo que esto iba a llegar. Cuando se confirmó, me dije: “Por fin...”, aunque sabía que iba a pasar pronto cuando ficharon a Epi.
Un pedacito del ascenso también es tuyo, ¿no?
Nuestro. De todos los jugadores que pasamos por el equipo y que, con un presupuesto más modesto, conseguimos enganchar a la gente.
¿Qué os dan esta ciudad y este club para que les tengáis tanto cariño?
Ahora mismo estoy en Laias [Ourense], el pueblo de la madre de mi mujer, y ya le dicho varias veces a Sergio [Olmos, recién mudado a nuestra ciudad] que terminaremos viviendo en Coruña. Es una ciudad preciosa, que te lo da todo y, además, tengo la sensación, cuando voy todos los años, en Navidad y en verano, que no deja de ir a mejor.