Jugar por primera vez en la ACB es un gran desafío para cualquier club, un tour de force en muchos sentidos, del que un buen puñado no ha salido airoso. Concretamente algo más de uno de cada tres debutantes desde que, en la temporada 1983-1984, la primera competición nacional pasó a conocerse por tres letras.
Desde entonces se han estrenado un total de 36 equipos, de los cuales 13 tomaron inmediatamente el camino de vuelta a la segunda categoría. El 36,1% de los rookies.
En ese campaña del cambio de Liga Nacional de Baloncesto a ACB debutaron nada más y nada menos que siete clubes: Cajamadrid, Fórum Valladolid, Gramanet (más conocido por su nombre comercial, Licor 43), Manresa, Granollers, Peñas Huesca y Hospitalet. Estos dos últimos descendieron directamente –el catalán jamás volvería a pisar la máxima categoría– y el Granollers salvó la categoría en el playout.
El equipo madrileño, por su parte, logró la mejor clasificación de un debutante en la historia de la ACB al finalizar en una magnífica quinta plaza, por detrás de Real Madrid, Barcelona, Joventut y CAI Zaragoza.
El curso anterior fue el primero del Obradoiro en la máxima categoría nacional. Y descendió. El club compostelano volvería en la campaña 2009-2010, tras ganar en los tribunales un litigio con el Murcia y la ACB por una alineación indebida del equipo pimentonero. Y volvió a perder la categoría.
La era, de las cuatro décadas de existencia de la Asociación de Clubes de Baloncesto, más complicada para los debutantes es lo que va de siglo XXI. En estos 24 años, y descontando los dos últimos ascendidos, el Leyma Básquet Coruña y el Força Lleida, se han estrenado solamente 10 equipos, de los cuales el 40% volvieron ipso facto a la LEB Oro: Palencia (23-24), Zaragoza (08-09), Gipuzkoa (06-07) y Lucentum Alicante (00-01). Además, dos se salvaron por los pelos. El Granada 22-23 acabó antepenúltimo, con una sola victoria más que el penúltimo. En la 05-06, el Menorca finalizó en el mismo lugar, pero con el mismo balance que la segunda plaza de descenso. Más llamativo es el caso del Zaragoza antes mencionado –nada que ver con el CB Zaragoza (CAI), expulsado de la ACB tras las 95-96 por motivos económicos–, que perdió la categoría después de jugar la final de la Supercopa.
En el nuevo siglo, especialmente en la primera mitad y algo de la segunda década, apenas pudieron ascender nuevos equipos a causa de las duras condiciones económicas de ingreso en la Asociación de Clubes de Baloncesto. El Miraflores Burgos fue, en la 17-18 –entrenado por Diego Epifanio–, el primero en estrenarse desde el Zaragoza 08-09. Además, en estos 24 años ningún rookie alcanzó los playoffs en el debut entre los grandes.
En la década de 1990, que contó con 13 novatos –y temporadas con 20, 22 y 24 equipos en liza–, sólo tres bajaron a la primera (el 23,0%, el porcentaje más bajo de las tres eras), dos se salvaron vía playout y únicamente uno jugó las eliminatorias por el título. Aunque con truco. Fue el Unicaja de la 92-93, club que nació en 1992 de la fusión con el Maristas Málaga, que ya militaba en la primera división desde la 88-89.
En la década de 1980 –siete temporadas ACB– hubo 13 debutantes, más de la mitad de ellos en la mencionada campaña 82-83, la primera bajo la nomenclatura de las tres letras. Cinco equipos novatos perdieron la categoría directamente y uno vía playout (46,1% total de descensos), eliminatoria en las que también se salvó uno. Y dos acabaron entre los ocho primeros, con el citado Cajamadrid obteniendo la mejor posición en la tabla.
Números que asustan, pero que también invitan a la esperanza. Con la historia como referencia, la vida del debutante en la ACB no llega a dura; se queda en durilla.