Campus del Náutico: una rueda que no deja de girar
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Campus del Náutico: una rueda que no deja de girar

Campus del Náutico: una rueda que no deja de girar
Uno de los barcos para más de tres tripulantes de los que emplea el Náutico en su Campus de Verano | Andrés Docampo/RCNC

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Un año más, el Real Club Náutico de La Coruña (RCNC) está desarrollando su Campus de Verano. Una actividad que empieza la última semana de junio, remata la última de agosto, cuenta con alumnado internacional, vocación formativa circular y, no menos relevante, le da un buen revolcón a la creencia de que la vela es únicamente de y para ricos. Galería de fotos, aquí 


El director de la Escuela de Vela, Jano Toro, también lo es —con Manu Núñez como coordinador— de un Campus por el que este año han pasado ya “más de 300 niños; no solo de varios puntos de España, sino también de países extranjeros”, presume el hermano de la única campeona olímpica coruñesa, antes de matizar que “muchos de ellos están más de una semana. Y algunos de fuera repiten año tras año”. 


Habida cuenta de la presencia foránea, es imposible no pensar en que algunos usan el campus como una guardería. Algo que a Toro está a años luz de incomodarle. “Lo veo como que para unos padres, cuando están de vacaciones, es genial que sus hijos hagan deporte. ¿El motivo que hace los traigan aquí? Serán diversos; lo que garantizamos es que aquí se hace deporte, y además de manera igualitaria. Con las olas de calor que hemos tenido, poder hacer deporte a cualquier hora de día es una maravilla. El mar es mejor sitio para hacerlo”.

 

Para todos los tiempos

Al hilo de las altas temperaturas, Toro comenta que “nos hemos sumado a la propuesta de la Federación Gallega de instar a la Xunta a que, cuando haya ola de calor, un deporte como la vela no hay que cancelarlo, porque la sensación térmica en el mar siempre es menor que en tierra. Y están la protección solar, una gorra y agua, algo que llevamos siempre en todos los barcos”. 

 
Cada ‘turno’ de agosto es de una semana, de lunes a viernes y de 10.00 a 14.00 horas, con un grupo especial para madrugadores que arranca a las 8.30. El precio, 135 euros, está muy por debajo del de la mayoría de los campus deportivos que se celebran en nuestra ciudad y alrededores. Incluso con el suplemento de 50 euros si el alumno se queda a comer en el restaurante del RCNC.  


Y se centra exclusivamente en que “se lo pasen genial, aprendan de vela y disfruten del mar”, subraya su director, que matiza que las tardes están ocupadas por el programa municipal Coruña no mar, por un campamento externo al club que “con nosotros contrata vela” y por los equipos de regata del propio Náutico herculino. En julio, la actividad funciona en jornada partida, “con 55 niños por la mañana y 65 por la tarde”, detalla Toro. 


Los alumnos de esta actividad se inician en cinco tipos de barcos distintos, “dos colectivos (Raquero y Cyclone), de tres (Cascais), de dos e individual”. Y cambian de embarcación a medida que, según el sabio criterio sus monitores, van mejorando.


Además, la filosofía del campus es una máquina retroalimentaria de movimiento continuo. Lo explica Toro. “Promovemos que nuestros regatistas jóvenes que se van ‘haciendo mayores’ saquen la titulación y sean los monitores. Todos los que hay ahora o son regatistas del club o lo han sido. Cada uno de ellos está con un máximo de seis o siete niños. Es una rueda que no deja de girar”. 

 

Éxito rotundo

Datos y cifras que hablan de éxito rotundo. Jano Toro no tiene ninguna duda: “Creo que el porcentaje de satisfacción es muy alto. Lo veremos en la encuesta sobre ello que hacemos a los padres. Me baso en que muchos han repetido y en que, salvo en el primer turno de junio, que muchos colegios aún no han acabado las clases, completamos el máximo de plazas en todas las semanas”, fundamenta el director del Campus de Verano y de la Escuela de Vela del RCNC.


Una Escuela, la infantil, que funciona todo el año, mientras que la de adultos es solo en verano, “con unos 40 alumnos”, indica Toro. Y pronto arrancará la Juvenil, cuyo objetivo es cubrir un ángulo muerto, una especie de limbo, en el que los jóvenes que salen, por cuestión de edad, de la academia de iniciación, puedan seguir formándose al tiempo que compiten oficialmente. 


Para terminar, Jano Toro deja un sonoro y necesario mensaje social, un aviso a (no) navegantes: “El campus tiene que estar libre de familiares. Tienen espacios en el club, y fuera, para ver la actividad, pero no pueden meterse en medio. Como es normal. Igual que no se meten al aula de sus hijos o en el vestuario del equipo en que juegan”. Amén. 

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