Hace unas semanas que Inés Losada, la líder del ataque del equipo de voleibol del Zalaeta, anunció que la próxima temporada se marchará a Estados Unidos, donde firmó con la Universidad de Colorado. La opción de compaginar estudios y deporte al otro lado del charco es una salida a la que cada vez se apuntan más deportistas coruñeses. En natación, por ejemplo, Macarena García pasó por Ohio y Xabier Carneiro, por Wisconsin. En atletismo, Hugo Vázquez por Missouri y Eugenia Gil por Pensylvania. También en voleibol hay precedentes, como Marta Fraga, que jugó en Florida, Georgia y Michigan. Y Antía Rodríguez, que primero estuvo en Tampa y finalizó sus estudios en Georgia. Ella todavía sigue allí y desde hace unos años abrió una agencia, ARSports.USA, que se dedica a ayudar a los deportistas interesados en perseguir el sueño americano, entre ellos los hermanos coruñeses Nacho y Álvaro Abeal, que juegan al fútbol en Southern Illinois y West Nebraska.
“Yo jugaba en el Zalaeta y los últimos tres años de instituto me fui a Soria a la concentración permanente de la selección española”, empieza a contar su historia. “Al terminar allí, no sabía muy bien qué hacer”, continúa. Porque veía que sus compañeras o bien iban a dejar el voleibol para centrarse en sus estudios o al contrario, que seguirían con el deporte a costa de su futuro académico. Así que la coruñesa tiró por la vía de en medio. “Mi madre creció en Estados Unidos, en New Jersey. Y fue ella la que me dio la idea”, recuerda. Para compaginar las dos facetas lo ideal era conseguir una beca en una universidad americana. “Decidí irme bastante tarde, en los últimos meses de Segundo de Bachiller, porque no teníamos ni idea de cómo funcionaba. Estuvimos buscando universidades y, la verdad, tuve muchísima suerte en elegir la correcta, porque me ayudó a tener allí los mejores años de mi carrera deportiva”, apunta.
Aterrizó en Tampa (Florida), donde se unió al Hillsborough Community College, donde estuvo dos años y después logró el tránsfer a la State University, en Georgia, donde se graduó en International Business (Negocios Internacionales). Después dudó sobre qué le depararía el futuro. “No sabía muy bien qué hacer, si volver a España, seguir jugando, quedarme por aquí, porque soy ciudadana americana gracias a mi madre... Y al final me quedé, volví a Tampa y estuve de segunda entrenadora y coordinadora de fichajes en la universidad en la que había jugado”. Eso le ayudó a vivir la experiencia desde el otro lado. “Sabía lo que era venir como jugadora y después de ser entrenadora, también entendí lo que pasa al otro lado, lo que buscan los entrenadores de los agentes que contactan con ellos”, reflexiona.
Esto unido a una llamada que le llegó desde A Coruña fueron el germen del nacimiento de la agencia.
“Los padres de Nacho, que es un chico que jugaba al fútbol en el Calasanz, se pusieron en contacto conmigo porque sabían que yo había pasado por la universidad en Estados Unidos y querían que les contase cómo funcionaba todo. Fue la señal que necesitaba para lanzar mi empresa”, reconoce, “llevaba un tiempo pensando en ello, en ayudar y preparar a los deportistas, porque yo no lo estaba cuando me vine, solamente me ayudaron mis padres y no teníamos ni idea de que había que empezar con dos años de antelación el proceso, con tiempo para encontrar buenas becas y el programa deportivo más acorde, ni todo lo que conllevaba venirse a Estados Unidos a jugar”.
Por eso, destaca, lo primero que hay que saber es “que hay que empezar con tiempo”. “Normalmente las universidades fichan con año y medio o un año como muy tarde de antelación. A mediados de Segundo de Bachiller o a finales ya casi imposible que pueda encontrar una beca, aunque sí lo he hecho”, dice. “Entonces es muy importante tenerlo en la cabeza. Si te interesa ir a Estados Unidos, hay que empezar el proceso en Primero. Y yo con mi experiencia, puedo ayudar y guiar sobre qué tipo de becas creo que se pueden encontrar, comento cómo funciona todo, los costes que tiene el proceso y desde ahí nos ponemos a trabajar”, relata.
“Me encargo de contactar con los entrenadores, porque sé las preguntas que tengo que hacerles para sacar la información que necesito en función de las preferencias del deportista: si quiere más nivel académico o deportivo, si es una universidad de dos años y da facilidades a cambiarse a una de cuatro... Y luego ya nos ponemos todos en una vídeollamada para que el entrenador o entrenadora conozcan y pregunten a los deportistas y a su familia, a quienes también ayudo a preparar la entrevista”, comenta.
Una vez que se decide el destino, no termina el papeleo. Hay que pasar un examen de inglés, que dependiendo de la universidad exigirá más o menos nota; traducir las notas; hacer un registro online en las páginas de las ligas; presentar el graduado de Bachiller o en su defecto, por si aún no se ha acabado, las notas hasta el momento; iniciar el proceso de obtención de visa de estudiante; y las universidades van a necesitar acceder a las cuentas bancarias sea el tipo de beca que sea. “Parece poco pero un proceso bastante largo”, indica.
Antía Rodríguez trabaja sobre todo el mercado español, pero también en otros países como República Dominicana, y por su pasado en el voleibol, está especializada en este deporte y también en el fútbol, aunque matiza que en cualquiera puede “crear la base de datos y contactos” y ponerse en faena. “Me escriben normalmente los padres o los deportistas. Yo hago una producción del currículum deportivo y del vídeo de juego y ahí les puedo decir las posibilidades que creo que tienen”, explica la coruñesa.
Para ella, compaginar estudios y deporte es la mayor ventaja que ofrece la universidad en Estados Unidos. “Te pagan la carrera por estar jugando al deporte que te gusta. Y también es increíble la experiencia por las instalaciones y los recursos que hay: nutricionistas, fisios, dos o tres entrenadores como mínimo para cada equipo, preparadores físicos... que es algo que en España no se ve en cualquier equipo”.
En su caso, un paso que iba a ser de dos a cuatro años puede que se convierta en permanente. “Además de tener mi empresa, soy entrenadora de equipos base, de 10 a 18 años, y directiva de un club, llevo el tema administrativo y tenemos este año 19 equipos y también ayudo a las jugadoras a colocarlas en las mejores universidades. Así que la verdad es que me va muy bien”, resume sonriente.