Oblak atrapa al Madrid
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Oblak atrapa al Madrid

Oblak atrapa al Madrid
El portero atlético Jan Oblak observa un lanzamiento del portugués Cristiano Ronaldo | efe

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El derbi de menor trascendencia de la última década dejó un bonito duelo de fútbol, repleto de orgullo entre dos estilos opuestos, en el que Jan Oblak frustró la voluntad del Real Madrid y Antoine Griezmann premió la inteligencia del Atlético que aumenta a seis años sin perder en Liga en el Bernabéu.

Era un duelo fuera del foco de la presión y esa liberación impulsó a un derbi más vistoso y trepidante. El Real Madrid, con más horas de descanso tras el desgaste europeo de ambos, apostaba por imprimir un ritmo alto de juego desde el inicio, con una apuesta clara de Zinedine Zidane por extremos y la busca de superioridad en bandas con subidas de laterales o la libertad de movimiento de Bale. El Atlético se defendió, intentó mantener el orden y se dosificó. El momento de intentar golpear ya le llegaría.

El partido nacía con una bonita acción de Bale que sentaba a Godín con un gesto antes de recibir el balón y lanzar la carrera. El Real Madrid corría, le metía velocidad a la posesión, cosía a saques de esquina a su rival y se topaba con una figura que emergía por encima del resto. Oblak era un muro insuperable.

Su primera acción medía al jugador en mejor momento goleador. Un balón peinado por Bale lo encontraba Cristiano y su fe, pero no podía precisar el remate como para superar al portero atlético. En un ritmo frenético de ataques madridistas no podía faltar la polémica que siempre acompaña un derbi. Kroos pedía penalti ante Juanfran y Asensio rozaba la escuadra y el gol.


El Atlético buscaba soluciones defensivas al nuevo guión de Zidane. En este derbi la lucha no se focalizaba en la zona de máquinas, el centro del campo, se desviaba a las bandas donde los laterales madridistas se instalaban en terreno contrario y residían dos jugadores eléctricos como Lucas Vázquez y Asensio.
Un exceso de confianza de Ramos despertó a su rival. Diego Costa marcó y fue anulado por falta en la presión, pero el Real Madrid se sentía cómodo, algo poco habitual en los duelos con el Atlético. De primeras conectaban y Cristiano soltaba un latigazo al que respondía Oblak en un bonito pulso. Asensio perdonaba con todo para chutar cuando elegía centrar.

Tras el Camp Nou, donde el Atlético falló en el momento de presentar su candidatura al título, el Santiago Bernabéu era un examen donde debía demostrar. Comenzó a hacerlo pasado el ecuador del primer acto, con un primer intento en el que resbaló Koke cuando metía el susto en la grada. Con la confianza que da tener a Oblak, que sacaba otra a Varane a bocajarro, adelantó la línea de presión y comenzó a incomodar al Real Madrid.


El plan de Zidane estaba al descubierto y Simeone ajustó piezas en el descanso. El Atlético arrancó el segundo acto en su terreno pero cómodo, tapando salvo en una acción que le costó cara las zonas de ataque madridistas. Su único despiste llegó a los 53 minutos cuando Bale con metros para correr superó a Juanfran y su centro lo enganchó de derecha Cristiano a la red. Era el gol 500 en Liga de la historia de los derbis, el décimo partido consecutivo marcando del astro portugués.


El gol hizo sentir tener los deberes hechos al Real Madrid. Se desconectó de golpe y el Atlético dio un paso firme al frente. Vitolo, que no encontró su papel en el primer tiempo, hizo daño a la espalda de Marcelo. Keylor salvaba la primera al balón picado de Saúl, respondía en la segunda abajo ante Vitolo pero en su rechace nada podía hacer para que Griezmann marcase a placer.
Vitolo pudo anotar pero salvó Keylor. La voluntad por vencer fue madridista. Sin precisión en los últimos metros, acelerado. La sensación de poder ganar fue atlética.

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