En el fútbol, hay gestos que trascienden el gol. Acciones que no solo definen un partido, sino que reescriben la memoria colectiva de los aficionados. Esta madrugada de jueves a viernes, en el partido del Mundial de Clubes disputado en Filadelfia entre Real Madrid y RB Salzburgo, Vinicius Júnior regaló al mundo una de esas jugadas: una asistencia brillante, de espaldas, sin mirar, para que Fede Valverde —exjugador del Deportivo— anotase el segundo tanto del Real Madrid. Un pase que hizo saltar de sus asientos no solo a los hinchas blancos, sino también a todos aquellos nostálgicos que, al instante, viajaron en el tiempo hacia Riazor.

Porque el detalle de Vinicius nos lleva inevitablemente a la noche del 30 de enero de 2010, cuando Guti enmudeció Riazor con el mejor de sus trucos para acabar con el maleficio. Aquella jornada, tras 18 temporadas consecutivas sin ganar en el feudo blanquiazul en partido de Liga, el Real Madrid rompía su maldición con una victoria por 1-3, adornada por una de las asistencias más icónicas del fútbol moderno: el taconazo de Guti que dejó solo a Benzema para el 0-2. Un pase tan imprevisible como estético que pasó a la historia como el tacón de Dios.

Quince años después, otra asistencia brillante ha captado la atención del planeta fútbol. Y la comparación era inevitable. Tanto, que Xabi Alonso, actual entrenador del Real Madrid y testigo privilegiado de aquella obra de arte de Guti en Riazor, zanjó el debate con sinceridad: “Me quedo con la de Guti. La de Vinicius ha sido muy buena, pero la de Guti me pilló en el campo y me dejó loco”.

Vinicius, por su parte, se mostró emocionado por la comparación: “Es una de las asistencias más bonitas que he dado en mi carrera y me hace mucha ilusión que recuerde a la de Guti, que es una leyenda de este club”.

El propio Guti pudo vivir en directo el gesto de Vini, el exjugador está de comentarista en DAZN, que cuenta con los derechos del Mundial de Clubes y su reacción fue completamente de sorpresa: “Estaba pensando que tenía que golpear de primeras, pero no me esperaba que hiciese eso. Ve muy bien a Fede Valverde y se lo deja a placer”

Detrás de esa comparación hay mucho más que estética. Está la historia. Porque la de Guti fue en Riazor, en un campo que durante dos décadas fue la bestia negra del Real Madrid. Desde la temporada 91-92, el conjunto blanco no había sido capaz de ganar en A Coruña. Entre medias, muchas derrotas y humillaciones, como el 5-2 de la temporada 99-00, año del título liguero del Dépor. Aquel Dépor campeón, que discutía títulos al Madrid y al Barça, acabó siendo el último gran símbolo de la resistencia gallega al poder centralizado del fútbol español.

El gol de Benzema, asistido por Guti, supuso mucho más que el 0-2 de aquella noche: fue el símbolo de que el ciclo del Dépor como equipo grande se apagaba. La temporada siguiente, el club coruñés descendía a Segunda. Aquel partido en Riazor, con la asistencia de Arbeloa —otro exdeportivista— a Benzema para el 1-3 final, fue una despedida silenciosa a la vieja rivalidad.