Necesita el Deportivo encontrar alicientes para este final de temporada en el que lo único que se juega en la clasificación son un par de peldaños arriba o abajo en la tierra de nadie. Sin zona de descenso de la que huir ni puesto de playoff al que aspirar, al cuadro blanquiazul solo le quedan pequeñas deudas que empezar a saldar tras una temporada que ha terminado de forma mucho más tranquila de lo que en un principio podía parecer.
Una de esas columnas que tiene todavía en números rojos es la de Riazor. El rendimiento del conjunto coruñés a domicilio ha sido sobresaliente, casi tanto como preocupante el mostrado como local, donde realmente se ha escapado cualquier opción de aspirar a algo más.
Al Dépor le quedan ahora dos partidos delante de su afición para conseguir maquillar el decepcionante desempeño en tierras coruñesas y equilibrar la balanza. Literalmente. Porque incluso consiguiendo los seis puntos frente al Granada este sábado y en la última jornada contra el Elche, el conjunto deportivista ya solo puede ponerse como meta alcanzar los 32 puntos de los 63 que cada participante de la Segunda División pone en juego en su estadio. Ahora mismo solo cuatro equipos han sumado menos en su campo. Cartagena, Racing de Ferrol, Eldense y Zaragoza. Tres equipos que jugarán el próximo curso en Primera RFEF y el cuadro maño, que apunta a salvarse sobre la bocina tras dejar unas sensaciones pésimas en La Romareda todo el año.
En descarga del conjunto deportivista hay que decir que su nivel ha ido de menos a más en Riazor. Tras un mal inicio, con una sola victoria en los primeros seis encuentros, la mejoría tras el cambio en el banquillo y la llegada de Óscar Gilsanz tuvo su impacto también en casa, donde el Dépor empezó a sumar a un ritmo aceptable por encima del 50 por ciento. En los trece partidos que el técnico de Betanzos ha dirigido en la banda herculina, ha conseguido cinco victorias para un total de 21 puntos de 39 posibles.
Las dos derrotas sufridas bajo su mando fueron consecutivas. La que cerró 2024 ante el Mirandés con ese doloroso 0-4 y la primera de 2025 frente al Levante (1-2) en un partido en el que el conjunto blanquiazul compitió, pero terminó cayendo merced a la mala tarde de Pablo Vázquez y Helton Leite.
Ese traspié frente a los granotas fue el 25 de enero. Desde entonces el Dépor no ha vuelto a caer al amparo de sus aficionados, que han podido por fin celebrar grandes alegrías como las goleadas al Almería (3-1) y Albacete (5-1), o el triunfo agónico contra el Cádiz (1-0) que terminó de encarrilar la permanencia. Siete encuentros consecutivos sin conocer la derrota en casa, una racha que el Deportivo quiere que se vaya hasta las nueve para devolver parte de lo que la grada le da y, al mismo tiempo, empezar a recuperar un fortín de Riazor que debe ser clave en el futuro próximo para el asalto a Primera División.