Alfredo Varona: “El periodismo no consiste en saberlo todo, sino en preguntarlo todo”
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Alfredo Varona: “El periodismo no consiste en saberlo todo, sino en preguntarlo todo”

Alfredo Varona: “El periodismo no consiste en saberlo todo, sino en preguntarlo todo”
Alfredo Varona, en imagen de archivo, es un enamorado de A Coruña | Cedida

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“Pienso que el periodista no debe ser protagonista”, comenta Alfredo Varona (Madrid, 1970) antes del inicio de esta entrevista. Este profesional de la comunicación no está acostumbrado a recibir él las preguntas. Siempre está al otro lado. Sin embargo, accede a hablar sobre su visión del periodismo deportivo actual, de su vínculo con A Coruña por el director de El Ideal Gallego Rubén Ventureira y con un Deportivo que espera que vuelva a sus mejores tiempos.

¿Cómo empezó en el mundo del periodismo?
Siempre he sido un fanático del periodismo y de la escritura. Lo que más me gustaba estaba relacionado con el deporte. Desde los primeros pasos de mi infancia, el periodismo fue una forma de reivindicar el futbolista que uno no pudo ser.

¿Que aprendió sobre esta profesión?
Lo que aprendí desde que acabé la carrera en el 93 es que el periodismo no consiste en saberlo todo, sino en preguntarlo todo. Entonces, he aprendido que a mi me gusta más escuchar que hablar, por eso me siento extraño cuando me entrevistan. Aparte, siempre he pensado que el periodista no debe ser protagonista. Una de las cosas que adoraba de los periodistas era que solo veía sus caras en los periódicos.

Con el paso del tiempo, el periodista ganó mucho más protagonismo.
Efectivamente. Los tiempos han cambiado rotundamente. Ya no es como antes que tenías que esperar al día siguiente para leer la crónica de un partido. Ahora la tienes casi al instante. Además, con lo que te enteras en las redes sociales casi no te hace falta leerla.  Los tiempos, en lo que respeta al periodismo deportivo, han cambiado espectacularmente y a mi juicio no a mejor. 

¿En qué cambió a peor?
A mí me gustaba madrugar al día siguiente para comprar el periódico y enterarme de lo que no había dicho nadie. Ahora es prácticamente imposible. Las exclusivas ya no son del que primero las da, sino del que mejor las da. 

 

Hay que aprender a ser artistas por puede más la rapidez que la calidad

 

Es casi imposible volver a eso por la inmediatez exigida.
Totalmente. En el tiempo que trabajé en el periodismo deportivo, me acostumbré a que la crónica tenía que estar en el minuto 90. Ahora, la rapidez se come todo. Hay que aprender a ser un artista porque puede más la rapidez que la calidad.

¿Eso le llevó a buscar refugio en el atletismo?
Puede ser. Desde que me enamoré del atletismo en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, no hemos reñido nunca. Hace muchos años empecé a escribir en una web de atletismo llamada La Bolsa del Corredor, y casualmente eso fue lo que me permitió llegar a más gente dentro del periodismo. La gente me ubica como un periodista de atletismo, pero eso no implica que no haya deportes que me gusten

 

Es una manera de diferenciarse del resto de periodistas.
Posiblemente sea así. Es verdad que el atletismo es un deporte que no está saturado de periodistas. Se escribe poco sobre él, excepto en las grandes competiciones como los Juegos Olímpicos o los Mundiales. Además también cuesta horrores que haya un personaje mediático como puede ser el caso de Ana Peleteiro. Entonces, el atletismo tiene siempre un espacio residual y alguien como yo que lo trata desde el punto del vista humano, creo que los aficionados al deporte lo agradecen. 

¿Cuáles son sus vínculos con A Coruña?
Mi primer vínculo con A Coruña es por Rubén Ventureira. Cuando viene a estudiar periodismo a la Universidad Complutense de Madrid, en los años 80, hacemos una amistad muy rápida porque teníamos muchas cosas en común. Entre otras cosas, porque reconocemos que tenemos muchas cosas en común y uno de ellos es el amor al periodismo y la fútbol. En ambos casos, tenemos muy buena memoria como para recordar alineaciones de equipos de Segunda y Segunda B. Rubén se extraña cuando le hablo de José Luis, Vicente, Jorge o Portela, que jugaban en el Deportivo en los años 80. Él me empieza a contar historias de ellos. En aquella época, que no había Internet, ambos disfrutábamos escuchando esas historias u otras que le contaba yo sobre el Racing de Santander, que es el equipo de mi familia. El siguiente vínculo, es que mi hermana se fue a trabajar a A Coruña. Entonces, uno va a verla en los meses de verano y se enamora de esa ciudad. A Coruña es todo. Es pasado, presente y futuro.

¿Ese enamoramiento ayuda a tener simpatía por el Dépor?
Cuando conozco a Rubén, él me mete en sintonía en los inicios del Deportivo de Arsenio, Bebeto, Mauro Silva, Fran... que era tan simpático para todo el mundo. En esa época, el Dépor se convierte en el equipo de muchos españoles. De alguna manera contesta, desde la esquina del mapa, el gobierno del Madrid y el Barcelona. Esa época no se olvida. Muchos seguimos siendo de ese Dépor. 

Esa es la mejor época, algo que dista mucho de la actual. 
Ahora es otra historia. Es verdad que el episodio que se vivió con Lucas Pérez, que fue capaz de hipotecar su vida por volver al equipo de sus amores, ha recuperado ese idealismo que no existe en el fútbol. Este año, es un equipo al que le va a costar sangre, sudor y lágrimas mantenerse. Si te soy sincero, ahora mismo no sería capaz de recitarte el once. Este Dépor no es ni sombra de aquel que entrenaba Arsenio, pero ojalá vuelva. 

 

La que nunca falla es la afición.
La afición y el estadio. Da envidia ver a todos los aficionados en Riazor. Uno de los whastapps que más se repiten el fin de semana son los que me manda Rubén Ventureira con los espectadores que van a Riazor. Incluso, el año pasado, superaba a equipos de Primera División y eso es algo impecable. En los barrios cercanos al estadio se respira en blanquiazul. Se respira deportivismo. Esa es una de las cosas que más apreciamos cuando vamos a Coruña.

 

Esos barrios tienen un aura muy especial que evoca a recuerdos.
En el año 96, cuando trabajaba en una revista desaparecida de fútbol que se llamaba Líder, recuerdo que entrevisté a Mauro Silva y a Turu Flores en una cafetería llamada Zurich. Un día después, hice un reportaje a Fran en el castillo de San Antón. A quien no le gustaría que esas cosas volviesen a pasar.

 

No se vive en el pasado, pero la nostalgia también es agradecida

 

Parecen tiempos muy lejanos.
El pasado, aunque no lo parezca, también existió. No se vive en él, pero la nostalgia también es agradecida. Cuando les cuento a mis hijos que el Dépor estuvo a un penalti de ser campeón de Liga y que años después la ganó pues no se lo pueden creer porque solo han visto ganar a Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid. Pero eso pasó hace no mucho tiempo.

 

En el mundo del fútbol hay poca memoria.
No solo en el fútbol, sino en la vida. Hoy puedes ser Dios y mañana no ser nadie. Eso se puede ver en las propias redes sociales. Ya no se perdonan errores. Del pasado uno se olvida por muy bueno que sea. Por ejemplo, Imanol Idiakez el año pasado acabó siendo un héroe y el equipo ascendió y ahora está entre las cuerdas. Vivimos tan pendientes de los resultados que son los que lo gobiernan todo.

 

Lo importante es construir un proyecto y mantenerlo en el tiempo.

Sí, pero también depende de que algo tan perverso como que entre la pelota. Recuerdo que Jorge Valdano siempre hablaba de las consecuencias de un pelota que pega en el poste. A fin de cuentas los resultados son muy pervesos. Por unos centímetros, puede cambiar todo. Si concretamos en el caso del Dépor, parece que le está costando aclimatarse a Segunda División. Evidentemente el nivel es otro que el de Primera Federación. Habrá que ver si llegan los goles de Lucas Pérez y si Yeremay y Mella acaban siendo tan diferenciales. Yo aun sigo al Deportivo.

 

Mella y Yeremay están respondiendo, pero parece que hay algo que no funciona.

Puede ser. En mi caso me toca más el Racing de Santander porque toda mi familia es de allí. Yo mismo paso muchas épocas en Santander. Este año, por ejemplo, va primero y ha logrado coger una diferencia respecto a sus rivales, pero José Alberto, su entrenador, siempre dijo desde que llegó que lo importante es que el equipo se acostumbre a la categoría. Una vez que lo haga ya se podrá pensar en lo otras cosas. El Dépor está en ese periodo de adaptación y si lo logra, no perderá la categoría y sino, pues habrá que volver a empezar desde Primera Federación.

Alfredo Varona: “El periodismo no consiste en saberlo todo, sino en preguntarlo todo”

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