El Depor ha vivido una pretemporada muy diferente a la del año pasado, sin ‘Caso Fuenlabrada’ pero movida en muchos aspectos. Meses largos en los que el club ha cambiado por dentro y por fuera, relevo convulso en el banquillo, un verano más con muchas entradas y salidas en la plantilla blanquiazul y partidos de preparación con blancos y negros.

Y la incertidumbre más grande es cómo será esta Primera RFEF llena ya de incongruencias desde el inicio y muchas dudas con respecto a cómo va a funcionar el formato y una competición con una pandemia mundial todavía presente.

Además, será la liga con un mayor porcentaje de equipos desciendan de manera directa si tenemos en cuenta las tres principales categorías de las cinco ligas más importantes, o lo que es lo mismo, uno de cada cuatro equipos de la Primera RFEF jugarán el curso venidero en la Segunda RFEF.

Una amenaza de la que no quiere ni oír hablar el Deportivo, que volverá a tener este año como objetivo único y primordial el ascenso, ese que se escapó el año pasado y que este año suele ser un objetivo irrenunciable. Por la situación económica que atraviesa y que los interesados no dejan de recordar, por lo que supone para la ciudad y para el tejido industrial y para la supervivencia del propio Deportivo, un club centenario acostumbrado demasiado en estos últimos años a sufrir y por una afición que ha vivido en sus carnes muchos años de penurias.

Llega ahora el fin de la pretemporada y la hora de la verdad para un Deportivo que no puede fallar, aunque a diferencia del año pasado, ahora tendrá más margen y se podrá permitir bajones y errores. Unas ‘pájaras’ que el año pasado le condenaron a no poder luchar por el ascenso.