Sentido de club
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Siempre bajo la premisa de respetar las opiniones de todo el mundo, cuestión que no podría ser de otra forma, los discursos demagógicos en general y del Deportivo en particular, que vengo leyendo últimamente, no me sientan nada bien en el cuerpo.
No sé si adecuadamente o no, vivimos en el tiempo de las sociedades anónimas deportivas, generadas principalmente por la situación económica por la que transcendía la vida de los clubs de fútbol nacionales. El desmadre era poca definición por el caos reinante.
Tal vez no sea la fórmula más adecuada, pero es la que hay y creo que en determinados aspectos resultó efectiva. La deuda prácticamente está reconducida.
Este Deportivo vivió días de gloria gracias precisamente a esa transformación. El capital social generado fue invertido con gran visión deportiva. Mientras las cosas circulaban adecuadamente con la portería contraria, la “masa accionarial” se bañaba en agua de rosas.
Pero desgraciadamente la vida tiene giros adversos y todo se transformó súbitamente. Los “verdaderos  dueños” no intuyeron, o no quisieron ser conscientes del camino que se estaba tomando. La gran base propietaria miró para otro lado. Tengo que reconocer que es muy difícil para el pequeño accionista de a pie, luchar contra el poder establecido. Las argucias del que gestiona propician situaciones muy incomodas.
Colocarse al borde del precipicio generó la dramática alarma hacia la desaparición como entidad económica-deportiva.
Pero desgraciadamente, en ese momento, esos accionistas que algunos simbolizan como “propietarios” no tenían capacidad de solución. Normalmente el último recurso para salvar la nave, viene dada por buscar un “mirlo blanco” que libere en el último instante la crisis terminal.
Aquí en A Coruña hubo la suerte de encontrar un término medio, alguien muy allegado al deportivismo, que logró mover los hilos para solventar la difícil encrucijada.
La otra alternativa que quedaba, es que cada propietario-dueño ingresase en la cuenta corriente de la sociedad la parte proporcional que le tocase en virtud al número de acciones y en consonancia a la deuda contraída. Vamos… una utopía.
No voy aquí a lavarle la cara al señor Fernández, pero la realidad es la que es. Sin su gestión, todo pudo ser peor. Pasado el tiempo, su trayectoria se vio empañada por no lograr gestionar bien su liderazgo. Movimientos orgánicos generaron reemplazo en la jerarquía. Llega el Sr. Zas en medio shock del final del campeonato. Con las heridas psicológicas abiertas, es momento para cerrar filas y centrarse en recuperar sentimientos.
Dejémonos de “coñas marineras” como diría el maestro periodístico Fernández Sobrino y demos valor a lo que se tiene, intentando apoyar en términos proporcionales. Con sus errores y virtudes, todos los dirigentes que llevaron las riendas blanquiazules siempre tuvieron los colores como bandera y por lo tanto hay que respetar. Lo alternativo ya se sabe, pasar por caja con todas sus consecuencias. Crítica positiva… siempre, demagogia y utopía… No por favor. 
Como siempre un placer.

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