No, no se alarmen, no vamos a hablar de la filial juvenil del Partido Popular ni esta columna se ha convertido de repente en política. Vamos a hablar de tenis, de cómo las nuevas generaciones de tenistas -tanto de hombres como de mujeres, pero sobre todo de éstas- están ya atrapando el espacio que seguramente les pertenece y que por razones vitales les corresponde.
A propósito de la celebración en París del torneo de Roland Garros aparecen nombres que para los que no seguidores habituales del deporte de la raqueta son sorprendentes. Es el caso del belga Dominique Thiem, principal revelación masculina en lo que va de temporada, un joven que, a sus 23 años, parece asentarse entre los más destacados tenistas del mundo, si bien los 'viejos' (Federer, Djokovic, Nadal, Wawrinka o Murray) todavía tienen mucho que decir e incluso muchas posibilidades de obstaculizar el camino del éxito al citado Thiem.
Otras revelaciones de la temporada, como el alemán Alexander Zverev, no han podido pasar de la primeraronda de este Grand Slam y el germano no va a superar de momento el puesto número diez del ránking. Un poco más lejos llegó Goffin, otro belga, que cayó en tercera ronda y tampoco mejorará su décimo puesto en la clasificación general de la ATP. Pero Goffin tiene ya 26 años y todavía "no ha ganado nada".
En cuanto a los españoles, lo esperado: buen nivel medio (con cinco jugadores en octavos de final), pero a la hora de la verdad todo se reduce, como en los últimos años, a ver si Nadal está bien o no.
Un panorama completamente distinto es el del circuito femenino. La baja en París de Serena Williams, indiscutible dominadora de la competición, ofrecía posibilidades a muchas otras tenistas que están en la sombra y que ven en la baja de la estadounidense una oportunidad estupenda para hacerse con un gran torneo, como la checa Katherina Pliskova o la rumana Simona Halep.
El mayor dinamismo del circuito femenino hace que salgan muchos más nombres a la actualidad. Así, tenistas como Ostapenko, Svitolina, Mladenovic o Tsurenko, por poner algún ejemplo -todas ellas cortadas por el mismo patrón, juego de fondo y a dos manos- están llamadas a protagonizar los éxitos de los torneos venideros.
Debemos también resaltar el incipiente resurgir de algunas jugadoras de habla española. A la consolidación de la puertorriqueña Mónica Puig hay que añadir a la paraguaya Verónica Cepede (que alcanzó octavos de final y puso en muchos apuros a la número tres, Pliskova) o la colombiana Mariana Duque Mariño.
Decepcionante el papel de la alemana Angelique Kerber, que cayó a las primeras de cambio, lo mismo que la rusa Pavlyuchenkova, la checa Cibulkova, la norteamericana Keys (que no termina de arrancar) o la polaca Agneska Radwanska, que lleva ya media temporada en la que no da una a derechas.
En cuanto a las españolas, como siempre. La irregularidad de Garbiñe Muguruza y Carla Suárez siempre se deja notar. Parecen incapaces de ofrecer un rendimiento constante durante unos meses y así les va a ser muy difícil mantenerse entre las mejores. Lara Arruabarrena ha experimentado una subida en su rendimiento y es capaz, en determinados momentos, de plantar cara a cualquiera. Pero debe adquirir mayor concentración durante los partidos y evitar esas lagunas que le hacen perder muchos puntos, que después resultan decisivos.
Para finalizar este repaso por el circuito dejar constancia de nuestra satisfacción por el regreso de la checa Petra Kvitova y destacar el papel de la suiza Timea Bacsinsczky, una jugadora diferente, de buena técnica y a la que, si le acompaña el "duende", puede perfectamente ganar a cualquiera.
Lo bueno para los perdedores en París es que Wimbledon ya está a la vuelta de la esquina y ahí se vuelven a renovar sus ilusiones.