Supercopa caprichosa
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Supercopa caprichosa


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¿Qué ha ganado Arabia Saudí con la celebración de este nuevo formato de la Supercopa de España? ¿Y las mujeres de ese país han obtenido algo positivo para el desarrollo diario de sus vidas? Sí sabemos quién ha ganado más: la Federación Española de Rubiales, a quien se le metió entre ceja y ceja que este torneo debía celebrarse en ese país y así fue. Y todavía quedan dos ediciones más, que se amañarán conforme exijan los deseos y objetivos del máximo organismo futbolístico de nuestro país.

Decimos esto último porque, a nuestro entender, ha quedado claro que algunos estamentos pertenecientes a la Federación hicieron presuntamente todo lo posible porque la final del torneo fuese entre el Real Madrid y el Barcelona, lo que daría mayor eco a la competición. No fue posible porque el Atlético de Madrid realizó unos últimos minutos de partido muy efectivos y anuló las pretensiones de otros para que se produjera el partido deseado. De otra forma no hay explicación posible para que Martínez Munuera, desde el ‘chiringuito tecnológico’, y González González, desde el terreno de juego -pero ambos viendo la misma jugada-, no decidieran que la clarísima mano de Piqué quedara desdibujada por una decisión que, como mínimo, deja grandes motivos de duda. ¿Para qué queremos el VAR si ante lo evidente nos cruzamos de brazos?

Al final, el Real Madrid ganó la Supercopa sin haber ganado la Liga ni la Copa del Rey la temporada pasada. Nos dieron una explicación muy particular: en esta edición participaron los dos campeones y el segundo y tercer clasificado de la Liga. Habrá que estar atentos a las dos próximas ediciones para ver si las condiciones son las mismas o se adecuan a los puestos que ocupen los dos equipos más poderosos económicamente de España. 

Finalmente, ignoramos si Rubiales arregló los problemas de una periodista a la que no dejaban bañarse en la piscina de su hotel, por ser ésta solamente para los hombres. 

Menos mal que la presidenta de la Comunidad de Madrid se negó a ponerse velo y a taparse más que lo que le dio la gana porque si hubiera sido por algunos aparecería irreconocible en público. Ella fue la única que defendió de verdad la dignidad de la mujer en Arabia Saudí con su actitud. 

A Rubiales (160.000 euros brutos anuales más porcentaje de publicidad) le pusieron un sillón en el palco que le venía grande, como muy grande le viene la presidencia de la Federación Española de Fútbol. Casillas (o cualquiera): ven y sálvanos.

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