“Todos mis éxitos deportivos van ligados a él”, precisó el cangués.
“Me quedo con su imagen sujetando en la mano el cuentapaladas y con la bandolera que siempre llevaba colgada para guardar la libreta en la que anotaba cada detalle”, indicó Cal sobre Morlán, que falleció el domingo, a los 52 años, en Belo Horizonte, donde trabajaba como entrenador del equipo nacional brasileño, víctima de un tumor cerebral diagnosticado en 2016.
Cal comentó que Morlán, con quien existía un “distanciamiento” en los últimos años, forma “parte importante” de su carrera, en la que destacan las cinco medallas olímpicas en C1: oro en 1.000 metros en Atenas 2004 y platas en Atenas (500 metros), Pekín 2008 (1.000 y 500) y Londres 2012 (1.000).
“En este momento recuerdo de manera especial lo mejor de nuestra relación. Yo era un niño cuando empecé a trabajar con él. En 2001, me fui al equipo nacional, en el que no conseguí adaptarme, y al año siguiente regresé a Pontevedra decidido a abandonar el piragüismo. Llevaba una semana sin entrenar cuando se personaron en mi casa el entonces presidente de la Federación Española, Santiago Sanmamed, y Suso. Yo no quería volver al equipo nacional porque no estaba a gusto y no rendía, ellos me dieron la opción de entrenar en Pontevedra de nuevo con Suso, y acepté”, recordó.
Para Cal, la primera etapa junto a Morlán fue la “menos conocida” pero “muy intensa”. “Lo que vino después, Atenas, Pekín y Londres es lo que la gente ya conoce, fueron momentos inolvidables que forman parte de la historia del deporte español, y me siento muy orgulloso de que Suso Morlán y yo hayamos podido contribuir para hacerla más grande”, finalizó.