En el liderato de la Liga con su remontada al Levante y con tantos déficit en la primera parte como méritos en la segunda, el Valencia defiende su cima frente a la ambición europea del Celta, que mide sus aspiraciones de competir por más que la permanencia en su reestreno en Balaídos.
La obsesión de la plantilla por devolver al conjunto celeste a tal objetivo sostiene la ilusión de una afición que viene de padecer dos fracasos consecutivos, pero que tampoco necesita mucho para soñar de nuevo con repetir los éxitos vividos bajo el liderazgo de Eduardo Berizzo.
Ese es el mayor desafío de Óscar García Junyent. La sombra del técnico argentino fue una losa demasiado grande para Juan Carlos Unzué, Mohamed, Cardoso y Fran Escribá. El técnico cumplió el curso pasado, no sin sufrimiento, el objetivo de la permanencia; ahora demanda fichajes para soñar de nuevo con Europa.
Uno ya ha debutado a sus órdenes: el peruano Renato Tapia. Y otro acaba de llegar: Jeison Murillo. La llegada del colombiano ha subido la exigencia del celtismo, que ha encontrado en Tapia al jugador capaz de dotar de músculo al centro del campo de su equipo, tan sobrado de calidad en ataque como frágil a nivel defensivo.
A la espera de que lleguen más refuerzos, Óscar García seguirá realizando pruebas en busca de un once fijo. Denis Suárez, suplente en Ipurúa, donde su equipo empató a cero, apunta a la titularidad. La otra novedad será la presencia de Jeison Murillo en el centro de la defensa.
Los ches, reforzados
Enfrente les aguarda el Valencia, que afronta el choque reforzado por la victoria ante el Levante y la forma en la que la consiguió, pues su vecino se adelantó en dos ocasiones en el marcador, pero consciente de las importantes debilidades que mostró en la primera parte, tal y como recordó su entrenador, Javi Gracia.
El empuje de los jóvenes, especialmente Yunus Musah, pero también Kang In o Manu Vallejo (autor de los dos goles que cerraron el 4-2 final), contrastó con la falta de solidez defensiva de la escuadra valenciana. l