Alejandro Valverde cumplirá hoy un sueño, el que tenemos una legión de aficionados, locos del ciclismo clásico, en España y en el resto del mundo. El murciano debuta en la legendaria Vuelta a Flandes a los 38 años y sin presión. Enfundado en el maillot arcoíris y con 123 victorias en su excelso palmarés, no tiene nada que perder y mucho que ganar. Le esperan 270 kilómetros salpicados de exigentes subidas empedradas y un batallón de especialistas que han preparado con mimo el segundo ‘Monumento’ de la temporada.
Valverde no está entre los principales favoritos a la victoria, ni siquiera ocupa un lugar en el segundo escalón, pero es un ganador nato y siempre que se pone un dorsal es para competir. El campeón del mundo es la principal esperanza del ciclismo español en Flandes. Líder del equipo Movistar, estará secundado por dos escuderos de lujo: el local Jürgen Roelandts, podio en 2013 y y el navarro Imanol Erviti, que fue séptimo en 2016.
La otra baza española se llama Iván García Cortina (Bahrain-Merida) asturiano de 23 años, enamorado de las piedras y que en la pasada edición fue el último superviviente en la fuga del día. Su progresión en tres años como profesional y la libertad que le concede su equipo nos permiten fantasear a medio-largo plazo con un aspirante a todo en el pavés.
Valverde y Cortina se las verán con los grandes clasicómanos del pelotón y con dos jóvenes estrellas del ciclocrós que se han presentado en la carretera con aires de campeón y dispuestos a hacer saltar la carrera por los aires.
Son Mathieu van der Poel –nieto del histórico segundón del Tour, Raymond Poulidor– y que el miércoles presentó su candidatura con el triunfo en A Través de Flandes, pero que nunca ha participado en la prueba y que milita en el modesto Corendon-Circus; y su gran rival en el barro, el belga Wout Van Aert, apoyado por el potente Jumbo-Visma y que en 2019 suma dos podios en Strade Bianche (3º) y la E3 (2º), además de terminar la Milán-San Remo (6º) en la pomada.
Van der Poel y Van Aert no encabezan las apuestas. Por encima están Peter Sagan (Bora), vencedor en 2016 y sempiterno favorito, aunque este año no se ha prodigado en el pavés ni acredita grandes resultados; Greg Van Avermaet (CCC), flamenco, gran rival de Sagan el último lustro y que todavía no ha ganado en Flandes, su asignatura pendiente; o Zdenek Stybar (Deceuninck), en estado de gracia y una de las múltiples bazas del mejor equipo para clásicas, en el que también figuran Philippe Gilbert, ganador en 2017, Bob Jungels o Yves Lampaert. Niki Terpstra (Direct Energie), vencedor en 2018, Alexander Kristoff (Emirates), en 2015, Tiesj Benoot (Lotto), Oliver Naesen (Ag2r) o Matteo Trentin (Mitchelton) son otros nombres a seguir.
Los tramos adoquinados (13), entre ellos las duras pendientes del Viejo Kwaremont, el Paterberg o el Koppbenberg, serán decisivos en una prueba que el pueblo de Flandes vive como su Tour particular. Una cita de ciclismo clásico. Y un clásico como Valverde no podía faltar. Honor al arcoíris.