El Deportivo ha firmado una temporada desastrosa y está obligado a regenerarse en su regreso a Segunda División cuatro años después de su último ascenso de categoría.
Los blanquiazules solo han establecido récords negativos en un curso que, en cifras globales, puede considerarse la peor de toda su historia en Primera División.
Por primera vez no han llegado a los treinta puntos en una Liga de veinte equipos; solo han ganado seis partidos (no les ocurría desde la campaña 1964-1965, entonces en treinta jornadas); han recibido 76 goles, algo que solo tiene precedentes en la década de 1950 (78 en la temporada 1952-1953 y 80 en la 1955-1956); y han acabado a catorce puntos de la permanencia.
El Deportivo llevaba tres temporadas jugando con fuego y, en la cuarta, se quemó pese a haber confeccionado una plantilla que en verano se perfilaba como la de mayor calidad de los últimos años. Entonces se percibía un gran punto débil: la portería.
El club respetó las condiciones que había pactado en el anterior campeonato con Pepe Mel y le permitió seguir en el banquillo aunque la dirección deportiva, encabezada por Richard Barral, no confiaba en él y en el Consejo de Administración también había dudas.
La plantilla se reforzó en todas las posiciones menos en la portería, aunque lo intentó con guardametas como el brasileño Diego Alves o el sevillista David Soria.
No renovó al argentino Germán Lux y confió la titularidad al tercer portero de la anterior temporada, Rubén Martínez, al que le había abierto las puertas en el mercado invernal y que sembró dudas desde el primer partido.
Por el arco del Deportivo pasaron hasta cinco porteros a lo largo del curso y ninguno logró arrebatarle la titularidad al siempre cuestionado Rubén.
La calidad de la plantilla no se tradujo en el césped, ni siquiera la de su hombre de referencia, el que iba a ser la puntilla a un equipo que generaba ilusión: Lucas Pérez.
El cóctel de futbolistas no cuajó, los errores en las dos áreas fueron constantes desde el inicio de la penosa temporada blanquiazul.
El club meditó la destitución de Mel tras haber iniciado el curso con solo un punto de doce posibles, pero alargó su etapa hasta la novena jornada ya con una importante dimisión en el Consejo de Administración, la del responsable del área deportiva, Fernando Vidal.
El Deportivo había sumado ocho unidades de veintisiete con Mel y el equipo quedó en manos del técnico que tenía al filial como líder en su grupo de Segunda B, Cristóbal Parralo.
Los resultados aún fueron peores que con su antecesor: eliminado en la Copa del Rey en dieciseisavos de final y nueve puntos de 39 posibles en Liga (dos victorias, tres empates y siete derrotas).
Mientras, el director deportivo había quedado desvinculado del club en enero, justo cuando comenzaba un mercado invernal en el que el club, con Tino Fernández a la cabeza, fue incapaz de tapar las vías de agua que había.
Nada más cerrarse esa ventana de refuerzos, el Deportivo despidió a Cristóbal y, tras sondear varios candidatos para el banquillo y recibir la negativa del uruguayo Martín Lasarte, dejó el equipo en manos del neerlandés Clarence Seedorf, al que le pesó en las primeras jornadas su poco conocimiento de la plantilla y de LaLiga, reconocido, incluso, por la plantilla.
Seedorf dio con la tecla demasiado tarde, hasta el punto de igualar el peor debut de un técnico con el Deportivo: ganó su primer partido en el noveno intento y así acabó la peor serie de encuentros sin ganar de los coruñeses en la élite, quince choques. Con el holandés (12 puntos de 48), el equipo se ilusionó con la permanencia tras enlazar los triunfos ante el Málaga (3-2) y el Athletic (2-3) en las jornadas 31 y 32, pero el espectacular final de temporada del Levante no le dio opción a salvarse y tras empatar otros dos partidos, el descenso se consumó cuando faltaban tres partidos.
Lo único que se cumplió de todo lo prometido esta temporada, en la que el presidente incluso hablaba de quedar por encima del Celta y de mirar a Europa, es que el deportivismo no tuvo que sufrir hasta la última jornada porque el desenlace se produjo antes.