Manuel, aire fresco para el Deportivo de inicios de los noventa
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Manuel, aire fresco para el Deportivo de inicios de los noventa

Manuel, aire fresco para el Deportivo de inicios de los noventa

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Aunque solo brindó su esfuerzo inconmensurable y olfato de gol dos campañas al Depor (89-90 y 90-91), supo revitalizar a una escuadra que no acababa de despuntar y ayudar a sentar las bases del posterior ‘Superdepor’.

Desde su estreno ante el Racing de Santander en Riazor en el ejercicio 89-90 supo transmitir a su vestuario y a la grada el entusiasmo necesario para irrumpir en Primera, donde se haría un nombre posteriormente en dos modestos, el Extremadura (91-96 y 98-05) y el Compostela (96-98).

Criado en el barrio de A Torre, donde actualmente áun reside su madre, Manuel rememora los pormenores de sus primeras patadas a un balón.

“No estaba en ningún equipo federado ni quería porque me daba como un poco de miedo el concepto de ficha, me parecía que te iba a ligar a algo; un día en un periódico mi padre leyó que había pruebas para niños en el Deportivo y me presentó a ellas. Fui a los campo de A Torre y nos pusieron a jugar al fútbol. Con 13 años me llamaron. Hasta entonces había jugado en la calle”, comenta.

“En el colegio era el típico ‘chupón’, se me daba bien este deporte; fui creciendo, pasé por todas las categorías inferiores del Depor, estuve dos años en el primer equipo, jugamos la promoción y ascendimos. Me fui al Extremadura cinco años, me vine al Compostela porque mi padre estaba enfermo y regresé otros siete años y medio a Almendralejo. El Extremadura me mejoró mucho como jugador, supo extraer lo mejor de mí mismo”, agregó.

Con solo 21 años y con ficha en el Fabril, fue llamado por Arsenio Iglesias para debutar con los profesionales. Eran tiempos duros para cualquier promesa en A Coruña. “Un domingo jugaba con el Fabril y el martes siguiente me dio Arsenio el peto de titular del RC Deportivo. En las fotos todavía me veo pálido, no estábamos preparados para ello. Te trataban bien pero era durillo para un canterano. Parecíamos reclutas, ni se nos ocurría levantar la voz. Era como un cuartel. Había veteranos como Jorge o Cayetano por los que sentíamos devoción. Aspiazu me cuidó muchísimo”, confiesa, al tiempo que revela su agradecimiento a la parroquia blanquiazul. “He sido un privilegiado, la afición me trató de cine, yo me pegaba con todos y eso le llegaba a la gente”, afirma.

Dentro del plantel le impresionó el carisma de hombres como Martín Lasarte. “Era una joya en un vestuario, era todo ayuda, un tío muy culto que te hablaba de libros. Ya tenía la carrera de periodista y te motivaba”, recuerda.

Otros jugadores, por contra, no representaban el paradigma del profesionalismo actual. “Sredojevic casi no hablaba, fue el primero con el que coincidí en la habitación de una concentración. Se pasaba horas fumando, parecía que tenía 50 años. Era muy amable pero era una locura”, ironiza.

En el apartado deportivo, Manuel asistió al crecimiento de un club llamado a la gloria. “Veías la ilusión en la ciudad y nos tocó en contra al Tenerife en la promoción. Acariciamos la Primera pero no pudimos. En la segunda temporada, con ‘Stoja’, Villa o Uralde ya nos lo creímos y lo logramos”, dijo.

 

 Piropos a ortuondo, vázquez y benítez

 

“Arsenio no era didáctico pero de él aprendías mucho”
 

 

A lo largo de su dilatada carrera profesional (16 temporadas en activo), Manuel ha ido cogiendo recortes de entrenadores muy dispares como Arsenio Iglesias, Josu Ortuondo, Fernando Vázquez o Rafa Benítez. Sobre el técnico que le dio la alternativa en el Depor, el exfutbolista cree que “no era un entrenador didáctico, era más bien de rigor táctico, un míster de la época; a pesar de ello de él aprendías muchas cosas”.

En las filas del Extremadura el vasco Ortuondo logró obtener lo mejor de sus cualidades. “Era un adelantado a su época, utilicé muchos conceptos suyos cuando fui entrenador. La presión que hacíamos con él era increíble, era el secreto de la unidad del vestuario. Hizo un milagro en el club de Almendralejo”, indicó.

En su periplo en el Compostela, estuvo bajo la batuta de un maestro como Fernando Vázquez. “Era un estudioso del fútbol, pero buscaba todas las posibilidades que hubiese para hacer un equipo bueno, vistoso y también sólido. Leía libros de fútbol y tenía unas ideas muy buenas. No era defensivo, buscaba un armazón. Te dejaba todo clarito al jugador cuando salías al campo, tenía personalidad, no hacía todo lo que decía Caneda”, sostuvo.

Por último, tuvo también palabras de elogio hacia Rafa Benítez, un preparador que tocó la cima en clubes como Valencia, Madrid o Liverpool —con quien alzó la Champions—. “Se le veía adonde iba a llegar, era un entrenador fantástico. Todo era estadístico y muy medido. Benítez tenía ya una base de datos de 15.000 jugadores”, concluyó.

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