‘Chuchi’ Hidalgo, un ‘secundario’ que se agigantó en Riazor
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‘Chuchi’ Hidalgo, un ‘secundario’ que se agigantó en Riazor

‘Chuchi’ Hidalgo, un ‘secundario’ que se agigantó en Riazor
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Jesús Hidalgo Bermejo (Eibar, 18-VI-1962), más conocido como ‘Chuchi’ Hidalgo, logró ganarse a la grada de Riazor en las tres temporadas en las que vistió la elástica blanquiazul (86-87 a 88-89).

Aunque nunca fue capaz de asentarse en el once de sus entrenadores en A Coruña, Eusebio Ríos, Rodríguez Vaz y Arsenio Iglesias, este extremo izquierdo procedente del Eibar acostumbró al público coruñés a una sobredosis de adrenalina en sus irrupciones en el terreno de juego, la mayoría de ellas desde el banquillo.

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De discurso inquebrantable y de memoria fotográfica, Hidalgo narra sus inicios en el mundo del balón con precisión de cirujano.

“Provengo de una familia en la que nadie jugó al fútbol, creo que soy una especie rara, no es normal que salga un futbolista que haya llegado a Primera División sin antecedentes familiares”, reconoce.

“Mis comienzos vienen de niño en Irún, en el colegio de La Salle, en el que a inicios de los 70 se forma un buen grupo de chavales que disputamos los Juegos Playeros y en donde le ganamos la final a la Real Sociedad”, agregó.

Antes de llegar al Depor era ferroviario; hubiera venido a nado hasta Coruña

Su primer contacto con el mundillo profesional le sorprendió muy pronto. “Con 17 años me fichó el Real Unión de Irún por la famosa normativa Sub-20, que había que poner a dos jugadores menores de esta edad en el once. Estuve allí dos temporadas. Justo después del Mundial 82 llegan mis contactos con Galicia, donde fiché en el CD Orense. Después hice el servicio militar y me fui al Eibar. Antes de venir al Deportivo era ferroviario y por jugar en un equipo profesional hubiera venido a nado hasta Coruña”, confiesa.

Un contratiempo en la plantilla coruñesa del ejercicio 86-87 le abrió las puertas del municipal coruñés. “La desgraciada lesión de Traba me dio la oportunidad de fichar por el Deportivo, donde estuve desde 1986 a 1989; llegué el 15 de noviembre de 1986. El Depor acabó segundo en la liga regular pero fue el único año que hubo ‘play-off’ y no pudimos ascender”, lamenta.

Cuando saltaba al campo revolucionaba; he sido un suplente de lujo

Preguntado acerca de su elevado grado de conexión con el respetable herculino, el exatacante especifica que “la gente sabía que cuando yo saltaba al campo revolucionaba el partido, incentivaba más a mis compañeros; en ese sentido he sido un suplente de lujo, con la voz de aliento para mis compañeros desde el banquillo y cuando salía trataba de aportar. Tenía fortaleza mental para no venirme abajo como suplente”.

En este sentido, rememora una anécdota acaecida una década después de su salida de la escuadra coruñesa.

En 1999 Djalminha firmaba autógrafos y, al salir, la afición lo dejó a él y me los pidió a mí

“Cuando fui a ver al Depor en el año 1999 estaba Djalminha firmando autógrafos y cuando salí del estadio varios aficionados dejaron a Djalma y se dirigieron a mí a solicitar mi firma; mi hijo con 11 años se quedó impresionado”, añadió un futbolista diferente, cuyo mejor recuerdo en la entidad de la Plaza de Pontevedra tuvo lugar en el torneo del KO —además de haber brindado la asistencia de gol a Vicente Celeiro en el épico triunfo para la salvación en la temporada liguera 87-88—.

Nunca olvidaré el gol que le metí a Arconada en Copa ni la muerte de Sagarzazu

“En la eliminatoria de Copa del Rey ante la Real Sociedad logré marcarle a Arconada en Atocha, nunca lo olvidaré; además, desde ese momento tuve la suerte de jugar doce partidos de inicio y marqué ocho goles”, subraya, al tiempo que pone de relieve el sufrimiento extremo pasado por el fallecimiento de su excompañero Javier Sagarzazu.

“Jugábamos un amistoso contra el Orense en Carral en agosto; íbamos bromeando con Antonio ‘el gitano’ sobre el ruido que estaba haciendo mi compañero, parecía que iba roncando muy fuerte. Me acordaré toda mi vida de que iba en la cuarta fila de asientos y él en la quinta. En un momento dado Antonio se levantó y lo vio fatal, comenzó a gritar que pararan el bus, ya tenía los dedos morados, aquello fue un drama”, narra.

Durante su periplo de tres campañas en Marineda, Hidalgo trabó gran relación con un compañero con el que prosiguió su carrera en las filas del Valladolid.

“El mejor amigo que hice en el mundo del fútbol fue Ramón Calvo, el lateral de Huesca que coincidió conmigo en el Deportivo. Mantenemos la amistad pero nos separa la distancia. Fue un amigo que nunca me falló”, expresó.

Otro inseparable de ‘Chuchi’ fue el meta Jorge, con quien sin embargo mantuvo asperezas debido a un malentendido inicial. “Fuimos a jugar a Logroño, nos llevaron a unas bodegas y tras la visita nos regalaron una botella de vino; Jorge en ese momento no estaba y Vicente me propuso cambiarle la suya por una entrada. Acepté y me quedé con dos botellas. Jorge me vio y pensó que le había quitado una. Tuvimos un serio encontronazo pero todo se aclaró y ya fuimos uña y carne”, incidió.

Lendoiro ya tenía mi renovación pero al oír la oferta del Valladolid me dio un abrazo

A pesar de que el presidente Lendoiro ya tenía redactado su contrato de renovación, una oferta mucho mejor del Valladolid lo apartó del club en 1989. “El Depor me ofrecía 18 millones por tres años. Le dije la oferta que tenía al presidente —de 9 millones anuales más primas—, me dio un abrazo y me dijo: “Aprovéchalo porque nosotros no te podemos ofrecer eso. Los casados cobrábamos 110.000 pesetas en el Depor, más 10.000 por hijo, el club no podía más”, finalizó.

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