La NBA no ha sido ajena –obviamente– a los efectos de la Covid-19, un pandemia que ya hizo que la mejor liga del mundo se viese obligada a cambiar su configuración la pasada temporada y, por efecto contagio, de la que hoy arranca con una fase regular de 72 partidos, una decena menos de lo habitual.
El curso 2019/2020 terminó el 11 de octubre tras la reanudación, a finales de julio y en formato ‘burbuja’ en el Disney World Resort de Orlando, de una competición que se había parado el 11 de marzo. Un regreso al parquet en el que solo participaron 22 equipos: los ya clasificados matemáticamente para los playoffs, más los que todavía tenían opciones matemáticas de lograrlo.
Ello hizo que la liga implementase una primera novedad. Los siete primeros de cada Conferencia en la fase regular se clasificaron directamente para la batalla por el anillo, mientras que los octavos y los novenos se enfrentaron en una serie en que si el octavo ganaba el primer duelo entraba ya a los playoffs, en tanto que el noveno necesitaba dos victorias. Aunque no se dio el caso, de haber habido una distancia de más de cuatro partidos entre ambos al final de la regular, el octavo habría entrado directamente en las eliminatorias por el anillo.
Torneo de clasificación
Esta práctica se mantiene para la nueva campaña, pero con una modificación. Bautizada como ‘torneo de clasificación’, incluye ahora también al séptimo y al décimo de cada Conferencia. Se mantiene la premisa de que a los mejores clasificados les basta ganar un encuentro para entrar en playoffs. Los partidos de esta fase se disputarán entre el 18 y 21 de mayo. Al día siguiente arrancarán los playoffs.
Unos playoffs cuyo último partido se disputará como muy tarde el 22 de julio, un día antes de la fecha programada para el inicio de los Juegos Olímpicos de Tokio. Un cálculo milimétrico de Adam Silver y su equipo, los propietarios de las franquicias y el sindicato de jugadores, con el que evitan conflictos con la FIBA.
Un cálculo, en parte forzado por los dueños de los equipos, con el que también se ha conseguido empezar la competición antes de las Navidades, fechas de gran valor para todo el deporte profesional estadounidense... y para las televisiones, claro.
Otra novedad, esta obligada, es la ausencia del All-Star Weekend, aunque se mantiene el parón, que será del 5 al 11 de marzo. La ciudad de Indianapolis, sede designada, lo acogerá, si todo regresa la normalidad, en la temporada 2023/2024.
Todo ello bajo la lupa de unos estrictos protocolos sanitarios –imposibles de enumerar en unas pocas líneas– y sin público; de momento, solamente Grizzlies, Jazz y Hawks han anunciado su intención de dar entrada a aficionados en sus pabellones.