ARMSTRONG Y LAS DROGAS
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ARMSTRONG Y LAS DROGAS


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“Cuando vi a Sastre ganar el Tour, me decidí a volver”, dice Lance Armstrong en el documental de ESPN que salió recientemente a la luz pública y que quiere justificar, de alguna manera, ese sórdido pasado que el corredor estadounidense ha exhibido con un punto orgulloso: “Duermo muy tranquilo todas las noches”.

Jesús Sastre, lo recordarán los aficionados al ciclismo, fue un corredor de pelotón, modesto, no fue una figura, no era completo porque flojeaba contrarreloj. Pero fue un digno deportista, al que ahora Armstrong ha tratado de echar tierra al sugerir que él también se había dopado para ganar el Tour en el que resultó vencedor. Cree el ladrón que todos son de su condición.

Lance Armstrong –destrozado moralmente ante el mundo y sin posibilidad de rehabilitación, por muy bien que duerma- confesó haberse dopado desde 1993. “Ya sólo iba con cortisona”, es una antigua frase suya que algunos recuerdan. Muchos lo vieron y bastantes –porque tenía muchos enemigos- lo confesaron públicamente porque, según Ullrich, “se mostraba sin piedad con los subalternos”.

Algunos médicos han achacado su cáncer de testículos al pronto comienzo de su dopaje, pero otros achacan su desvío al trato que tuvo de su padre adoptivo, quien, según su propia confesión, desde que nació “le di órdenes y no abrazos, por lo que no podía salir de otra manera”.  Y otro de sus eternos rivales fue la masajista Emma O´Really, a quien vituperó públicamente como a nadie por descubrir sus trampas.

El estadounidense fue desposeído de los siete títulos del Tour de Francia que no ganó. Pero en el citado documental habla de su talante y actitud de campeón, pero lo cierto es que en su palmarés no figura nada, porque todo está anulado  por la utilización de las drogas y el engaño a organizaciones y aficionados. Por cierto, además de los trofeos debía de devolver todo el dinero que obtuvo gracias a sus mentiras y así se le bajarían los humos.

Muchos deportistas destacados de la época –y de ahora, todavía- hicieron sus reflexiones al conocerse los métodos del norteamericano. Así, Djokovic  dijo que “es una vergüenza para el deporte tener un sujeto como Armstrong”. O el mismo Contador, uno de sus conocidos enemigos: “A nadie pilló por sorpresa esta situación”.

Anunció su vuelta al ciclismo en 2008, supuestamente para potenciar la lucha contra el cáncer pero su cuerpo ya no daba más. Habían sido 15 años de drogas y la suerte estaba echada. 

Ya sólo le queda como “bueno” el Premio  “Príncipe de Asturias”, al que las autoridades españolas nunca se van a atrever a retirar, por el típico miedo que nos es característico. Por eso, Carlos Sastre se puede mostrar orgulloso de su carrera, entre otras cosas porque ha ganado un Tour de Francia; Armstrong no lo hizo y siempre que se hable de él se le verá con una jeringuilla en el brazo.

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