El Oracle Arena de Oakland hará está madrugada su último servicio a los Warriors, que esperan despedir a su pabellón con un triunfo que mande las Finales a un séptimo partido que hace unos días se antojaba una quimera.
El heroico y (puede que) pírrico éxito del martes en Toronto ha levantado la moral de los señores del anillo. Pero sólo en parte, ya que la grave lesión de Kevin Durant –tras anotar 11 puntos en 12 minutos en su reaparación después de un mes KO– ensombreció los rostros de Steve Kerr y sus pupilos al término de la gesta del quinto capítulo de las Finales.
Los vigentes campeones deberán sobreponerse al mazazo anímico si quieren mantener las opciones de intentar convertirse en el cuarto equipo de la historia que remonta un 1-3 en una serie de playoffs. Y deberán no sólo tener a los 'Splash Brothers' a toda máquina, también a los secundarios a su máximo nivel, o incluso por encima de él.
Entre ellos no estará, sobre el papel, Kevon Looney, KO en la segunda parte del quinto tras recaer de la lesión de hombro y costilla que sufrió en el partido inaugural.
Otra de las claves es el estado físico de DeMarcus Cousins, que ha rendido muy cuando ha tenido más de dos días de descanso. De los minutos que pueda enfrentarse a Marc Gasol y a Serge Ibaka dependerá una parte relevante de la supervivencia de su equipo.
Los Warriors no están pudiendo –salvo la defensa de Klay Thompson en momentos puntuales– frenar la marcha anotadora de Kawhi Leonard. Sí están limitado más a un Pascal Siakam demoledor en la final de Conferencia y a un Kyle Lowry intermitente.
Pero para defender bien, es impetativo tener el depósito físico bien lleno, algo cuestionable en el caso de unos Warriors que en estos playoffs están sufriendo más que el protagonista de una gran novela rusa.
