En ausencia del rey de Roland Garros –Rafa Nadal–, que lame sus heridas en Manacor, será su principal escudero quien defienda el honor de una generación, la más brillante del tenis, amenazada por otra, liderada por un caudillo descarado que pone en jaque una hegemonía que dura ya dos décadas.
El duelo se semifinales entre Carlos Alcaraz y el serbio Novak Djokovic (14.45 horas)tiene mucho de cambio de régimen o de resistencia de la vieja guardia.
Los 16 años que separan al Nº1 del mundo del Nº3 lo dicen todo. Cuando Alcaraz daba sus primeros pasos por las calles de El Palmar, ‘Nole’ empezaba a colarse en las rondas finales de los torneos, y apenas empuñaba su primera raqueta el murciano cuando el de Belgrado levantaba en Australia su primer grande.
El español creció viendo al serbio ganar y ganar, afrontar a Roger Federer y a Rafa Nadal muchas veces y juntos ir frustrando camadas enteras de tenistas que estrellaron sus ilusiones contra la inoxidable persistencia.
Ahora, cuando el paso del tiempo aboca a lo inevitable, mientras el suizo ya descansa apacible y el balear empieza a ver la puerta de salida, el serbio defiende el fuerte contra el que parece el mayor ataque al que han sido sometidos.
Pocas veces uno de los miembros del ‘Big 3 ha saltado a una pista sin ser claro favorito si al otro lado de la red no estaba otro del grupo. Así se han repartido 64 de los últimos 75 grandes, dejando que un puñado de tenistas, que amenazaban con desbancarles, se conformaran con las migajas.
Alcaraz ha conseguido ya, antes incluso de pisar la tierra de París, convencer al mundo de que tiene el tenis, la fuerza, la entereza y la mentalidad para derribar al régimen establecido. La sensación que dejó en los cuartos ante el griego Stefanos Tsitsipas ha contribuido a alimentar ese sentimiento.
A sus 20 años, convertido en el Nº1 más joven en décadas, con un grande ya bajo el brazo y una temporada sobre tierra batida digna del mismísimo zurdo de Manacor, la estrella emergente del tenis mundial saltará a la Philippe Chatrier como el favorito en la mayoría de las quinielas.
Y con sus 36 primaveras, con una sala de trofeos casi sin huecos para nuevas copas, el último representante de la aristocracia en este Roland Garros, lo hará en el puesto del aspirante, como si por un remolino del destino los papeles se hubieran trastocado.
Djokovic, con sus 22 Grand Slam a cuestas, amenaza la eclosión del español, con un solo título de Grand Slam en sus redes. El mundo al revés.
Para Alcaraz la apuesta no es menor, porque supondría dar un vuelco a la hegemonía del tenis, colocarse en inmejorable situación de levantar su segundo grande y decirle al mundo que hay un nuevo gallo en el gallinero. Y conservar el número 1 del mundo.
Los números están de su lado. Solamente él ha alcanzado los 35 triunfos este año –25 de ellos sobre tierra–, con cuatro títulos: Buenos Aires, Conde de Godó y los Masters 1000 de Indian Wells y de Madrid.
Además, Carlitos se anotó el único precedente, en la semifinal de Madrid del año pasado, dirimida en tres sets. Desde 2021, ‘Nole’ solo ha perdido dos partidos en torneos de Grand Slam, mientras que Alcaraz busca su victoria número 30 en ese tipo de torneos. Para el serbio sería la 347.
El noruego Casper Ruud (Nº4) y el alemán Alexander Zverev (Nº27) jugarán (no antes de las 17.30 horas) por el otro pasaporte para la final del próximo domingo.