El Fuenlabrada podría haber actuado ayer en el colón y no en riazor. Cada uno juega con sus armas, pero hay formas de plantear un partido que son muy descaradas. Cuando hay varios futbolistas que andan más por el suelo que a dos piernas...

A todo ello se sobrepuso el Deportivo. Salvo con el 3-2, con una serie de errores en la salida del balón, el equipo mereció la victoria desde que saltó a un estadio engalanado que volvió a sonreír después de una racha horrible.

Este triunfo es fundamental para acudir a A Malata cargados de esperanza en lo que será un derbi con todas las letras.
Fue una fiesta, un día de celebración porque, además, se hizo entrega oficial del séptimo título nacional en la historia del club, un trabajo de investigación de nuestro buen amigo Rubén Ventureira quien, además, recibió merecidamente la insignia de oro y brillantes de la entidad.

Sí, volvimos a sonreír en una tarde muy especial. Muy merecida por un deportivismo unido y feliz. Y así seguirá hasta el final.