Cambia el Consejo, cambia la propiedad, cambia la filosofía y los responsables del Club, pero don Fútbol impone su cruel dinámica y acaba aplicando el catón de primer curso de dirigente deportivo: cargarse al entrenador. Son códigos escritos a fuego en la gestión deportiva y que se resumen en el siguiente axioma: si hay problemas, el primer señalado es el entrenador.
No digo que la decisión sea errónea. La temporada pasada se cerró con una frustración al no conseguir el ascenso directo, circunstancia que se podría achacar a una mala segunda vuelta de los coruñeses y una racha de resultados impecable del Racing de Santander. Pese a todo, la fase de promoción se presentaba muy amable para el RCD. Se disputaban los partidos en Riazor y a los blanquiazules les bastaba el empate para alcanzar su objetivo. Victoria frente al Linares y derrota en la prórroga frente al Albacete. Un mazazo que se arrastra desde entonces.
Pese a todo el Consejo apostó por darle confianza al técnico una temporada más, una decisión controvertida pero que pretendía reafirmar el proyecto original dándole el mando a Borja Jiménez. La apuesta duró tan sólo unos meses.
Y es que el Deportivo tiene unas obligaciones no escritas que pesan toneladas a quien venga a hacerse cargo del equipo. No solo basta con jugar bien, sino que los resultados tienen que ser óptimos desde la primera jornada. El ascenso es un objetivo que no puede esperar y la ansiedad va ‘in crescendo’ domingo tras domingo. Un compromiso demasiado pesado para entrenadores poco bregados en la pelea.
Cierto es que Borja no acababa de dar con la tecla que hiciera pensar que el objetivo se iba a cumplir. Los malos resultados ante equipos de menor entidad, las excesivas variaciones tácticas que presentaba el equipo cada partido y, por qué no decirlo, la caída de la calidad de la plantilla, han hecho que el Consejo decida romper la baraja por el lado más débil.
Llega un nuevo técnico al banquillo. Se trata de Óscar Cano, un entrenador que luce un ascenso a la categoría de plata. No sé si esas credenciales son garantía de éxito o no, el tiempo lo dirá.
Uno de los méritos valorados en la contratación de Óscar se centra en que ya entrenó a algunos futbolistas del primer equipo (Isi Gómez, Gorka Santamaría, Rubén Díaz y Adrián Lapeña) en anteriores etapas al frente de los banquillos del Castellón y el Badajoz. Algo es algo.
No sé si se en el caso de Cano se trata de esa nueva hornada de entrenadores muy apegados al big data, apegados a aplicar un severo librillo táctico como tabla de salvación. Ojalá sea capaz de sacar al equipo de la situación actual, imprimir carácter a la plantilla y conectar con una grada que ya no puede hacer nada más para aupar al Club de sus amores. Suerte.