El partido que mañana jugará el Deportivo contra el Alcorcón tiene la posibilidad de aclarar las cosas: si gana el Deportivo, los coruñeses seguirán con opciones de conseguir el primer puesto y el ascenso directo; de lo contrario, ya se pueden ir olvidando de concluir la competición con el calendario regular. No está nada fácil el asunto porque nunca es sencillo jugarse todo o nada a una sola oportunidad, máxime en esta categoría en la que el equipo coruñés continúa sembrando dudas porque nunca demostró esa superioridad que se le presuponía. 

Lo cierto es que los jugadores de Óscar Cano han tenido varias oportunidades de mejorar la situación clasificatoria actual. Un repaso al calendario reciente ofrece un panorama desalentador: de las cinco últimas salidas obtuvieron tres empates y cayeron en los campos de la Cultural Leonesa y Unionistas. La última victoria fuera del Deportivo ocurrió el 19 de febrero, hace casi tres meses, lo que deja en muy mal lugar a la representación blanquiazul en el terreno de juego. Así, desde luego, no se alcanza el principal objetivo que se había planteado la institución y que ahora parece francamente lejano.

Lo peor que le podía haber pasado al Deportivo es que a la lucha frente al Alcorcón –que parecía que iba a ser el único enemigo por el primer puesto- se unieran más equipos. Y eso ha ocurrido con la peligrosa presencia del Real Madrid Castilla –que, teóricamente, es el que tiene el mejor calendario hasta el final- y la aparición del Racing de Ferrol, un equipo en alza, que lleva toda la temporada moviéndose en los lugares de vanguardia y que ha reforzado su candidatura con el último y excelente triunfo en Córdoba. 

Este panorama de incertidumbres parece abocar al Deportivo a un “play off” todavía más difícil que el del año pasado porque esta vez no lo juega en casa, aunque una menor presión podría jugar en su favor. Pero eso nunca se sabe.
Dentro de este ambiente de susceptibilidad, lo que sí parece positivo es ese espíritu que parece embargar a los dueños de la entidad. Son rumores que circulan por los mentideros deportivos y que hablan de la garantía de continuidad de la sociedad porque interesaría económicamente a medio plazo. Y, mientras tanto, deportivamente hay que aprovecharse porque esto nunca se sabe cómo puede terminar, dentro y fuera del terreno de juego.