Parece ser que hay discretas conversaciones entre representantes de la Federación Española de Fútbol y el grupo de ‘las 15 rebeldes’ para contemplar la posibilidad de que algunas de ellas vuelvan a defender los colores de la selección. Varias de las componentes de este grupo díscolo ven que se les puede pasar una oportunidad de oro de participar en el Mundial del próximo mes de julio y ahora empiezan a dudar sobre la postura adoptada.
 

Ya hemos escrito de este asunto y no ha habido nada que nos haya hecho cambiar de opinión tras la última ocasión. Estas quince jugadoras pensaron que con su ausencia la selección sufriría una crisis de resultados y el seleccionador (al que descalificaron abiertamente) no tendría más remedio que recurrir nuevamente a ellas. O que el presidente Rubiales hubiera cesado al técnico, que era lo que perseguían. 
 

Qué pensar si los jugadores de la selección española masculina dijeran del entrenador que “le falta ambición, que realiza malos entrenamientos, que gestiona mal el vestuario o que hace malos planteamientos de los partidos”. Desde luego se abriría una crisis monumental de resultados inciertos. 
 

Pero los representantes federativos apostaron por el técnico y por las jugadoras que apoyaron la postura oficial. Y les salió bien la jugada: nueve partidos, siete victorias, un empate y una derrota. Y optaron por seguir la línea que habían iniciado sin las ausentes. Eso sí, algunas consideradas figuras han tratado de nadar y guardar la ropa, sin renunciar abiertamente a ese gran escaparate que es el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, que también les daría un buen pellizco económico. 
 

Las jugadoras quieren aprovechar que no hay muchas de su nivel, pero lo que aquí se dilucida es si se aceptan o no los caprichos de las seleccionadas ante las decisiones del entrenador. Ellas pidieron no ser llamadas “por salud mental” y ahora deben de comunicar si ya están “despejadas”. 
 

Si la Federación Española continúa firme en su postura, apoyando a Vilda, las posibilidades de acuerdo son pocas. Las jugadoras han solicitado hablar con el técnico y con el presidente, pero ninguno de los dos quiere hacerlo con el grupo sino realizar entrevistas individuales o, como mucho, dos personas por bando. Hace pocas semanas ha habido un caso similar al español en Francia y la directiva de la FFF sucumbió a las pretensiones de sus jugadoras.
 

Así las cosas, seguimos con verdadero interés el desenlace de este conflicto en el que la mayoría de la opinión pública va (como siempre) a favor de corriente, que es lo fácil. Quedan capítulos apasionantes.