La profesión arbitral
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Las retiradas de Mateu Lahoz y de Del Cerro Grande –ya anunciadas por el Comité Técnico de Árbitros hace un par de meses- quizá hayan sido lo más llamativo de una temporada en la que los colegiados han pasado con más pena que gloria porque su papel en el terreno de juego se ha vuelto menos importante con la llegada del VAR y, además, su actitud en el campo tiende a delegar cualquier decisión en los monitores. Con Mateu se va el arbitraje “a la carta”, con lo que de injusto conlleva, mientras que el madrileño ha sido, a nuestro juicio, uno de los mejores árbitros españoles de la historia, sin tantas estridencias como el valenciano pero con más criterio.
 

Con estas “jubilaciones”, los directivos arbitrales tienen en bandeja las designaciones de ascensos para la próxima temporada, sin contrariar a nadie. Aunque estas decisiones suelen tardar bastante se prevé simplemente un movimiento por el cual dos árbitros de Segunda División ocupen los lugares de los que se van. Todo ello a la espera de novedades en el asunto “inmobiliario-arbitral” pendiente de resolución, pero que va para largo.
 

El vizcaíno De Burgos Bengoechea ha sido el árbitro que más partidos ha pitado esta temporada en Primera División: un total de 24, seguido por Soto Grado (muy promocionado las últimas campañas), con 22. El retirado Del Cerro y Gil Manzano (que puede batir todos los records a medio plazo) pitaron en 21 ocasiones mientras que con 20 terminaron la temporada Iglesias Villanueva, Mateu y Pulido Santana. 
No se recuerdan escándalos especialmente llamativos durante todo el año futbolístico (Vinicius aparte). Como decíamos anteriormente, ahora los árbitros se inhiben en favor de la pantalla porque nadie quiere complicaciones. Y de esa forma descargan su responsabilidad en el nuevo aparato protagonista de los partidos. 
 

El arbitraje se ha convertido en una profesión más dentro del fútbol. Los árbitros sólo piensan en pitar en la mayor categoría posible para ganar mucho dinero. Y después tener una “jubilación” dorada en el VAR, aunque los rumores apuntan a que su permanencia ahí podría estar limitada por las últimas decisiones de la UEFA.
 

De cualquier forma, el negocio arbitral ya es uno más. Y si no lo creen no hay más que entrar en la página de la Federación y observar el apartado de la indumentaria de los colegiados. Una camiseta oficial de colores –como las actuales- cuesta nada menos que 80 euros. Y un pito puede costar casi 10. No está mal para empezar.

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