Cuando echaron a Borja Jiménez, allá por octubre, escribimos: “La duda estriba en saber si este cese no es prematuro y puede abrir la puerta a otras precipitadas decisiones”. Han pasado siete meses y ha caído otro entrenador del Deportivo, Óscar Cano, a falta de muy pocos partidos para acabar el curso futbolístico. Y todo el mundo se pregunta –al margen del alboroto que se había armado últimamente con el técnico cesado- si esta drástica decisión habrá sido oportuna. Sólo el tiempo lo dirá.
Al llegar Cano a Riazor habló mucho. Sus declaraciones iniciales, algo “fantasmales”, formaban parte de su plan: recuperar la positividad en el equipo, mirar hacia adelante y utilizar el glorioso pasado inmediato como aliciente para la plantilla. Llegó a decir incluso que en el Deportivo “no hay carencias, sólo margen de mejora”.
El Deportivo funcionaba bastante bien en casa y bastante mal fuera con Óscar Cano. Pero el juego y los resultados lejanos no gustaban al público. Y la directiva cedió a las primeras de cambio, sin pensar que a lo mejor la calidad de la plantilla blanquiazul no es tanta como se ha dicho y de ahí esta situación. Y si a ello unimos una cierta falta de sacrificio durante algunos partidos llegamos a la conclusión de que el futuro no está claro.
Entre la calidad de equipos como el Real Madrid Castilla o el Celta “B” o la capacidad física de otros como el mismo Alcorcón, el Unionistas, el San Sebastián de los Reyes y otros similares es lógico que el Deportivo no haya encontrado las “facilidades” que en principio podría imaginar al comienzo de la competición.
Por eso recientemente avisábamos sobre el peligro del “play off” de ascenso, en el que presumiblemente participarán varios equipos filiales, que suelen combinar con acierto la calidad de sus jugadores con una capacidad física notable. Y ahí el Deportivo tiene que emplearse al cien por ciento, cosa que da la impresión que no ha hecho hasta ahora en unos cuantos partidos.
El nuevo entrenador ha dicho ayer que uno de sus objetivos es “limpiar cabezas” para que la plantilla se reenganche y se reactive, y que cada uno de los jugadores “aumente su autoexigencia”. Falta hace porque la presión es grande y aumentará porque llega la fase decisiva.
Y nos quedamos con una frase de ayer del presidente: “Si llegamos a ganar 0-2 en Linares, a lo mejor muchas opiniones serían diferentes”. Que cada uno saque sus propias conclusiones, pero lo que sí está claro es que todo se valora en función de la clasificación. Será injusto o cínico, pero es así.