Cuando dejé Deportes en La Opinión estaba saturado de fútbol, cansado y desencantado. Los años siguientes en otras secciones del periódico fueron una desconexión y una liberación. Me limité a seguir los resultados cada jornada (a veces ni eso) y a ver algún partido de Champions League, de la Eurocopa y del Mundial. Con el tiempo me reenganché al balón, poco a poco, y ahora, gracias a mi flechazo hace cuatro temporadas con la Premier League, he vuelto a encontrar en el fútbol el placer y la emoción que me daba hace muchos años. El placer del balón, del juego, no de todo lo demás.
Esta introducción sirve para dedicar unas palabras a uno de esos futbolistas que me han devuelto la fe en el fútbol, a disfrutar de su grandeza. Hay algunos más que han tenido el mismo efecto en mí, pero ahora él es el protagonista porque ha anunciado su adiós del equipo en el que ha triunfado en los últimos diez años: Kevin de Bruyne, KDB.
Como David Silva en su momento y Rodri después, KDB es uno de esos jugadores que ha tenido el Manchester City en su plantilla para convertirse en un equipo grande de Europa, gracias desde luego a los recursos económicos con los que ha contado y a un entrenador que, aunque hay quien sigue sin verlo o admitirlo, unas veces mejor y otras peor ha sabido trasladar su conocimiento y pasión profesional (en ocasiones enfermiza) a los excelentes grupos de futbolistas que en general ha tenido.
KDB ha estado en ese largo tiempo de Pep Guardiola en el banquillo citizen, incluso antes de que llegara, y salvo la última campaña y media en la que las lesiones y la edad lo han debilitado, el belga ha demostrado ser uno de los centrocampistas ofensivos con más talento de la Premier, una competición en la que es el segundo jugador con más asistencias de gol de su historia, por detrás de Ryan Giggs (Manchester United) y por delante de Fábregas (Arsenal y Chelsea).
Sin frivolidades ni protagonismos reclamados, con la profesionalidad intachable y más bien desde una personalidad fría, De Bruyne es de esos futbolistas de los que disfrutas más por lo que piensa que por lo que hace. Un pase largo, una conducción al galope, un desmarque o un disparo suyos han sido muchas veces perfectos. Encuentra el pasillo imposible para servir una ocasión de gol, golpea sin compasión, ajusta al lugar inalcanzable; es elegante en la asistencia, seco en el remate. Jugadores buenos hay muchos, como KDB hay pocos; no soy el único que lo ha comparado con otro genio modesto que también hacía grandes a sus compañeros: Michael Laudrup.
33 años, seis Premier League, dos FA Cup, cinco Copas de la Liga, una Champions League, 106 goles y 169 asistencias entre todas las competiciones. La página web de la Premier se preguntaba días atrás en un artículo quién es o ha sido el mejor centrocampista de la competición. ¿Gerrard, Lampard, Scholes, Vieira, De Bruyne, Beckham, Fábregas, Kante, Giggs, Ozil, Silva, Makelele, Rodri, Yaya Toure? En el top 3 está KDB sin duda.