Era más que esperado. El relevo en el banquillo del Depor cumple con la lógica del fútbol y la del propio club. Se intentó dar continuidad a un proyecto después de años de despidos y vaivenes pero ha sido imposible mantener esa idea.
Con el cese de Borja Jiménez y la llegada de Óscar Cano hay un antes y un después en el camino que recorre la entidad. Se deposita la esperanza y la responsabilidad en un entrenador que conoce la categoría y a muchos de los integrantes de la plantilla blanquiazul, amén de ser un profesional que se adapta a lo que quiere la dirección deportiva y general.
La última rueda de prensa del ya extécnico fue como un anuncio de lo que vendría. Pedir paciencia o decir que estarían solos hasta mayo no hizo sino dar más claridad a la decisión que se venía sopesando en la Plaza de Pontevedra.
Se abre un tiempo nuevo y este domingo, ante uno de los mejores equipos del inicio del campeonato, se buscará un cambio de rumbo para el Depor. Riazor no fallará, como siempre, esperando que no lo hagan ‘el resto’.