Uno de los acontecimientos deportivos más relevantes de esta época del año es el Rally Dakar. Una prueba a la que, en los últimos años, es un asiduo Carlos Sainz (padre).
No deja de ser sorprendente que, a los 62 años, el piloto madrileño siga con ganas de competir. Y, además, hacerlo en una cita tan exigente como esta.
Algo que me recuerda a lo que me dijo un día el que fue copiloto de Carlos Sainz durante muchos años, el coruñés Luis Moya. Comentaba que a él le llegó el momento en el que ya no quería asumir más riesgos. Prefería dejar de competir y pasar más tiempo con su familia. A partir de ahí, el binomio Sainz-Moya separó sus caminos. Por supuesto, Luis Moya siguió practicando deporte. Pero ya de una manera más sosegada.
En cambio, pasan los años y parece que Carlos Sainz tardará en dejar el volante. Su hermano Antonio también es un apasionado del motor. Y ese sentimiento llegó también a Carlos Sainz (hijo). Vamos, que en esta familia lo de las cuatro ruedas se lleva en la sangre.
Solo así se puede explicar la extraordinaria longevidad de un deportista que a muchos nos suena ya desde que éramos niños o adolescentes, con aquellos dos títulos mundiales de rallis que consiguió junto a Luis Moya, en 1990 y 1992.
En aquella época, no era tan habitual como ahora ver a un español en la cima de algún deporte. Carlos Sainz era un ídolo, y nunca he visto tantos Toyota Celica por las calles de las ciudades españolas como en aquellos primeros noventa en los que el madrileño y el coruñés triunfaban.
Carlos Sainz supo renovarse y seguir en lo más alto. El Dakar fue la oportunidad perfecta para que, décadas después, todavía se siga hablando de él. Pero no como el padre de un piloto de Fórmula Uno, sino como uno de los aspirantes a la victoria en Arabia Saudí.
No lo tendrá fácil. Pero ya estar ahí, con más de sesenta años, tiene un mérito extraordinario.
Está claro que cada uno se retira cuando quiere, o cuando ve que la competición ya no le da tantas satisfacciones. Un punto al que todavía no ha llegado un Carlos Sainz que sigue motivado y con ganas de demostrar que está en forma.
En su caso, la experiencia es fundamental. Por lo que aprendió sobre el asfalto, y luego lo que anadió de sus vivencias en el desierto. Solo así se explica que esté en disposición de conquistar por quinta vez el Dakar.
Veremos a ver qué pasa en esta ocasión. No creo que a Carlos Sainz le quite el sueño el hecho de si gana o no. Si aguanta hasta el final o se tiene que retirar a las primeras de cambio. Él, cuando le apetezca, lo deja. De todas formas, sigue resultando extraño imaginárselo jubilado. Y sí aceptando el reto que le ofrece la siguiente duna.