Deporte y violencia: sin respeto no hay juego limpio
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Deporte y violencia: sin respeto no hay juego limpio


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Partiendo de un principio universal: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, que comparto plenamente y llevo defendiendo toda mi vida, me resulta muy difícil de entender que, en el siglo XXI, en un mundo globalizado, no se respeten los derechos humanos y a las personas, y tengamos una sociedad intolerante que manifieste constantemente signos de racismo, xenofobia y violencia hasta límites insospechados. El líder más notable del movimiento por los derechos civiles, el Dr. Martin Luther King (Premio Nobel de La Paz, 1964), dijo: “Tengo un sueño, sueño que mis cuatro hijos vivan un día en una nación donde no sean juzgados por el color de su piel sino por su carácter”; su lucha le costó la vida, si levantara la cabeza no entendería que se produjera un retroceso en algunos derechos conquistados, no hay más que ver, que cada vez se manifiestan con más frecuencia en el ámbito familiar, educativo, laboral, deportivo, político, etc., comportamientos racistas y de discriminación social, en las violaciones de los derechos humanos en las comunidades gitanas, en actitudes hostiles contra los migrantes, refugiados y personas que solicitan asilo, etc., resulta inadmisible que se estigmatice a estos grupos.
 

El mayor exponente que ha propiciado la convivencia y el juego limpio ha sido el deporte, basado en el comportamiento correcto, fraterno, leal y sincero hacia el contrincante, respetuoso con los árbitros y apropiado con los espectadores; en la actualidad el ‘fair play’ brilla por su ausencia en los grandes escenarios deportivos, donde cada vez son más frecuentes los delitos de odio y el aumento de la violencia, debidos a comportamientos racistas y xenófobos, que no llevan a ninguna parte. Según la Carta Olímpica: “el objetivo del olimpismo es poner siempre el deporte al servicio del desarrollo del hombre, con el fin de favorecer el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana”. Cuando ponemos de relieve los valores olímpicos, estamos hablando de la excelencia, amistad, respeto, que describen la base sobre la que el Movimiento Olímpico une deporte, cultura y educación en beneficio de los seres humanos. Los Juegos contribuyen a que se superen las diferencias políticas, económicas, de género, raciales o religiosas e impulsan la amistad entre las personas y entre los pueblos del mundo sin considerar las diferencias. 
 

Tienen que dejar de proliferar expresiones racistas. Tolerancia cero contra el racismo, la xenofobia y cualquier tipo de violencia, bien sea en el deporte o en cualquier ámbito de la vida pública y/o privada. La convivencia tiene que ser posible, pero para ello tiene que haber respeto y tolerancia. Se necesita unidad de criterio y de acción para afrontar este grave problema. Los medios de comunicación social pueden ejercer una labor de apoyo, ya que es preciso hacer mucha pedagogía social en la lucha contra el racismo, la discriminación y la violencia.
 

Es imposible llevar bien este asunto cuando has sido educado en el faire play para el deporte y la vida, de ahí que aprovecho esta tribuna para alzar mi voz y decir alto y claro que hay que proteger y promocionar los derechos humanos, combatir toda clase de violencia, la discriminación y los prejuicios de que son víctimas, sean personas individuales o grupos, por motivos de raza, color de la piel, religión, nacionalidad u origen étnico o nacional. Hay que aplicar la legislación actual, es la piedra angular para luchar contra este problema cada vez más extendido a nivel global en todos los ámbitos, siendo fundamental favorecer la igualdad y la no discriminación desde la educación infantil y abordar el racismo en primaria y secundaria, si bien yo siempre digo que la educación empieza en la cuna y la familia ocupa un papel primordial.

Deporte y violencia: sin respeto no hay juego limpio

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